dopaje
Alberto Palomar Olmeda
La represión del dopaje vive, de nuevo, episodios que demuestran su crisis
de identidad. En el dopaje y en su represión los conceptosjurídicos que
sustentan una función represora del nivel y la intensidad de la que se ha
establecido están en entredicho con motivo del salto cualitativo que acaba
de darse en el denominado “caso Amstrong”.La cuestión es realmente muy sencilla. Se trata de un deportista que
participa en la élite de las competiciones deportivas. Como consecuencia
de esto pasa un gran número de controles (en todocaso, los que la
organización deportiva establece) sin que se aprecie un resultado adverso.
Posteriormente se instruye un expediente y sobre la base de la delación de
algunos de sus compañeros que,dicho sea de paso, obtienen a cambio su
propia exculpación se llega a la conclusión de que actuó dopado.
Inmediatamente se le inhabilita, se le retiran los premios y los honores y
aparece una nuevasanción en el horizonte: el olvido social.
Llegados a este punto surgen muchos interrogantes antes de lanzarnos
por el precipicio de la certeza. El primero, es el cuestionarse el actual
sistema decontrol. Podemos sancionar con otras pruebas pero resulta
evidente que algo habrá que decir sobre el sistema actual. Hemos pasado
de sistemas muy fiables y mínimamente seguros a sistemas que fallancon
estrépito sin “pestañear”. Un mínimo de reflexión colectiva hubiera sido,
cuando menos, exigible.
El segundo, se corresponde con el bien jurídico protegido. Resulta
complejo señalar ocho o diezaños después que el valor protegido por la
normativa – aplicada de esta forma- es la salud del deportista que,
incluso, ha sobrevivido con notable éxito a sus eventuales excesos. El
resultado finaltan centrado en la pérdida de clasificaciones, puntos, tours,
etc…aproxima más el valor de protección a la pureza de la competición
que a la salud del deportista que, claro está, nadie sabe cómo...
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