Dos Noches

Dos noches, un muerto

“El cocho”

Ya han pasado algunos meses de la trágica muerte, o más bien, asesinato de mi hijo Marcelo. Mi intención no es fingir alguna habilidad literaria, sino solamente revelar con verdad e imparcialidad los hechos del 28 y 29 de agosto. Bajo la petición del detective Eugenio Vélez se me ha dado toda la información necesaria para que esta obra sea completa.
Sientonecesario presentarme antes de empezar con el relato. Mi nombre es Silvia Ortega, estaba casada con Fernando Soriano hasta hace dos años. Tengo un hijo y una hija, Tomás y Delia. Fui la madre del joven difunto Marcelo Soriano. Me es difícil introducirme a la historia, así que disculpen si mi manera de hacerlo es muy común.
Todo comenzó el 21 de agosto, aquí en Hermosillo, Sonora. Mi hijo Marcelosalió en la noche con sus amigos, tenía esa mala costumbre, siempre quería estar en la calle. Casi siempre llegaba alrededor de las dos de la mañana, cada vez que entraba a la casa yo podía oír sus débiles pisadas hasta su cuarto. Pero en esa noche todo fue diferente, al salir tomó de mi bolso más dinero que el de costumbre, normalmente se iba con 30 o 40 pesos, mas esa vez tomó 600. Como madresoltera necesitaba urgentemente ese dinero para la despensa de la semana, la inscripción de los niños al colegio, algunas cuentas pendientes…lo peor de todo era que Marceo lo sabía bien. Se fue cerca de las 9:30 y volvió a las cuatro de la tarde del día siguiente, golpeado, borracho, sin dinero y por si fuera poco, con un arma.
-Marcelo, ¿qué te pasó mijo?- Le dije cuando llegó; él sólo me dirigióuna rápida pero profunda mirada, por la pequeña abertura que hizo con sus labios me pareció que me trataba de decir algo- Dime, qué tienes- Siguió su camino hasta su cuarto, sin mirar atrás y sin pensar en mi corazón que estaba angustiado por saber qué había pasado.
Estuve investigando acerca de lo ocurrido y me dijeron que hubo una pelea entre los jóvenes de la cuadra, en la que resulto uno deellos muerto por un tiro a la altura de la cabeza. Hasta el día de hoy no se ha podido encontrar alguna prueba que apunte hacia el verdadero asesino, aunque todos los involucrados poseían armas. No quiero pensar que mi Marcelo lo hizo, eso me rompería el corazón; tal vez no era del todo un buen hijo, pero ¿matar?, él nunca.
Toda esa semana Marcelo no volvió a salir con sus amigos, traté dehablar con él acerca de lo sucedido pero parecía ser que no escuchaba lo que le decía. El silencio que guardaba ante todas mis preguntas, sus mínimas expresiones, la tensión tranquila que se sentía en el hogar y en mi corazón, todo esto me llevó a cambiar mi manera de verlo. Al fin creí que había recibido una lección que le permitiera cambiar su manera de ser, pero no fue así. A la semana siguienteentré a su cuarto para llevarme su ropa sucia y no lo encontré, eran alrededor de las 8pm. La policía lo encontró dos días después en la madrugada. Estaba muerto con seis cuchillazos tirado en un callejón detrás de un contenedor de basura. Y ahora pienso, que tan solo una plática pudiera haber sido la diferencia.
Tres días antes de ser encontrado el cuerpo, el detective Eugenio Vélez arribó alestado de Sonora con el fin de tener unas vacaciones que rompieran el margen de turismo habitual; según me platicó, se enteró del caso de mi hijo mediante algunos periódicos locales que tienen fama de ser amarillistas. De inmediato habló con las agencias responsables y lo pusieron frente al caso.
El detective Vélez era un hombre con un físico común de por aquí: adulto de más o menos 45 años, estaturamediana, moreno, pelo negro, ojos oscuros y con una cara de pocos amigos. Por lo que sé de su vida, nació en Torreón, estudió fuera del país y actualmente trabaja en una asociación de detectives en Arizona. Debo decir que me impresionó su dedicación para resolver este misterio, ya que en México son muy pocos los crímenes en los que se hace un buen peritaje y una investigación.
Se presentó...