Douhla

Bolívar fue en sus proyectos, en su vida personal, en su pensamiento estructural, no
solamente un visionario y un estadista de los mejores de su tiempo, sino un hombre apasionado por conocer,superarse y amar; tal vez pensaba, como casi un siglo o muchos años después de su muerte, pensó Anatole France que, “Si se mata la pasión, se mata con ella todo a la vez: el goce y el dolor, el sufrimientoy la voluptuosidad, el bien, el mal, la belleza y, por fin y sobre todo, la virtud”. Fue a no dudarlo, virtuoso en la paz, en la guerra, en el amar y en el pensar. Por eso, por encima de ese amor conel cual adoró a su esposa, a todas las mujeres bellas que pasaron por su vida y, sobre todo a la que compartió con él sus ideales libertarios y fue para él como la Libertad conduciendo al pueblo, deun célebre cuadro de Delacroix, su Manuela libertadora del Libertador, amó a su patria que no fue exclusivamente Venezuela, sino su sueño o utopía suprema como lo fue la Gran Colombia, o más todavíatodos los pueblos latinoamericanos, ya que proclamó que su patria era América; la que está por debajo –debió pensar− de los despojos mexicanos en el norte, hasta la Patagonia o Tierra de Fuego. Y esoproclamó otro hombre universal como Leonardo Da Vinci: “Solamente se conoce bien la cosa amada” y la cosa más amada era para él su patria, su Caracas natal, como se lo expresó a la bella francesitaAnita Lenoit, a quien fascinó oír en francés un y queriendo seguirlo por la ruta ascendente en el río Magdalena, le preguntó si había otro amor; y el Libertador, prendado de aquella náyade encontrada enuna hacienda a la orilla del río, le contestó: ─Sí, ¡Caracas!

Estoy en el momento en un sitio, del cual siento confesar un descuido o una mala jugada de la vida, que me impidió conocer en mis añosde juventud i madurez, porque mis pasiones por el arte y la atracción por los rasgos milenarios de la vieja Europa, me llevaron hacia allá con frecuencia hasta llegar a Rusia y sobre todo extasiarme...