Driver
“Campus Preparatoria”
4to Semestre
Español
Cuento
Jeffrey Alain Díaz Valenzuela
Maestro David Gerónimo Aguilar
6 de Octubre del 2015
Brian por el día es actor de acrobacias, o sea que le pagan por hacer las escenas
peligrosas de las películas que el actor principal no quiere hacer por razones obvias.
Por la tarde es mecánico en el taller de su amigo Walt. Consiguió el trabajo después de
una prueba que le hizo de armar su propio motor él solo. Lo completó en 3 días. Desde
ese día, trabaja en su taller. A Brian le encantan los carros, él tiene un Camaro SS de
1976 que compró en una subasta, color azul plateado con unos rines clásicos brillantes
como el sol, todo reconstruido por él mismo. Vive en un departamento rentado en la
parte sureste de Los Ángeles. Al entrar observas una tele algo vieja, una mesa llena de
piezas de motores y una ventana que da hacia los edificios enormes de Los Ángeles. A
dos apartamentos de distancia, vive una chica y su hijo en un departamento con un
tapizado azul con detalles blancos en la decoración. Se llama Sarah, de unos 23 años,
con cabello rubio y corto. Su hijo Benicio, de apariencia hispánica por parte de su
padre, es un niño callado y muy tímido. Después de que hayan metido a su padre a la
cárcel por robo de automóvil, se volvió muy aislado y apegado a su madre.
Brian a veces se topaba con ella cuando salía de su departamento o en el ascensor
cuando iba de compras. Nunca habían hablado. A él le aparecía muy linda y tierna,
ojos pequeños y cabello muy rubio. Una sonrisa de niña de 12 y unas manos pequeñas
y blancas como la nieve. Brian se había dado cuenta que iban al mismo supermercado.
Ella siempre compraba lo mismo: Huevos, leche, mantequilla, frutos secos y galletas
integrales. Siempre iba con Benicio, y pedía lo de siempre: Su cereal favorito. Una día
en esas idas al supermercado, se la encontró como usualmente lo hacía. Estaban en
contra pasillo, y los veía entre los empaques de cereales que a Benicio le gustaban. Al
salir del supermercado, notó que estaban parados observando el motor de su coche;
estaba averiado. Brian se acercó y les pregunto que si quería que les diera “un
aventón”. Sarah aceptó y subieron dentro del brillante Camaro. Yendo hacia los
apartamentos, Brian les preguntó que si querían dar un paseo y aceptaron
nuevamente.
Los rayos del sol se reflejaban en los grandes charcos del largo río de Los Ángeles.
Benicio sentado en las piernas de Sarah, sonriéndole a Brian por el lindo paseo que
daban. Sarah observaba muy detenidamente a Brian y él lo notó y sonrieron
mutuamente. Era un atardecer hermoso. Estacionaron el auto abajo del puente de la
calle 7. Se sentaron a la orilla del río y tiraron piedras haciéndolas rebotar en el agua.
Benicio y Sarah encontraron pequeños cangrejitos y jugaron con ellos mientras Brian
los veía con una cierta expresión de ternura y cariño. Después de muchas risas
regresaron al apartamento; Benicio se había quedado dormido entonces Brian lo tuvo
que llevar cargando hacia su cama, procediendo a taparlo y cerrar la puerta del cuarto
sin hacer ruido.
Brian se sentó en la orilla de la ventana que daba hacia la ciudad y Sarah se le acercó.
—Gracias por este día, fue muy lindo de tu parte
—
dijo Sarah. Benicio quedó
encantado
—aclaró.
—
Cuando quieras otro aventón me dices
— comentó Brian mientras daba una media
sonrisa que dejaba ver sus dientes grandes y blancos. Después se levantó y se fue a
dormir.
Empezaron a salir más seguido, a veces iban a cenar a un restaurante italiano, ...
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