Drogas
La mayoría de los españoles tiene un aprecio por el extranjero y especialmente por quienes hablan su idioma, pero le molesta -en elcaso de los ecuatorianos- que se emborrachen y falten al trabajo, que no conciban una reunión de fin de semana sin alcohol, gritos y bailes que perturban a los vecinos,por lo que llaman a la Policía, la que obliga a bajar el volumen y pide a los revoltosos que comprendan que en este país no se puede alterar el descanso ajeno.
La verdades que parte de los migrantes da motivos para las críticas. La Policía ya no les permite a los ecuatorianos beber en el parque El Retiro, en el centro de Madrid, tampocoen el parque Casa de Campo, donde los domingos quedan regadas botellas vacías de cerveza, terrinas plásticas, restos de carbón con que preparan alimentos y hasta elcabello que improvisados peluqueros cortan a sus clientes en las bancas.
En la plaza Cataluña, en Barcelona, los ecuatorianos se reunían los viernes y sábado a tomar cerveza,y luego dejaban botadas las latas, se orinaban al pie de los árboles y hasta se enfrentaban a golpes y piedras con los moros, como llaman a los marroquíes, lo que obligóa actuar a la Policía.
Ahora se sientan en la acera de al frente, por el lado del café Zúrich, en la prolongación de la famosa Rambla, y beben con discreción.
Los ecuatorianos se quejan de la susceptibilidad ante el ruido de los españoles, pero dicen que estos insultan y gritan igual. La verdad es que muchos españoles no puedenhablar en voz baja, sin gesticular, agitar las manos y proferir ´´malas palabras´´ o llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismo, lo que choca a los desprevenidos.
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