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La mayorafrenta que sufrieron los tobas durante esa larga guerra fue la captura de la hija del cacique, una joven hermosa y decidida, que pasó de vivir en sus chozas a las de los matacos. Aunque extrañaba a lossuyos, poco a poco sus captores se le hicieron menos extraños, sobre todo desde que conoció al hijo del cacique y comenzaron a pasar largas horas juntos. Se enamoraron mientras conversaban a la sombrade un urunday, mientras nadaban en el río, mientras caminaban en silencio siguiendo al ciervo de los pantanos... Pero sus relaciones eran imperdonables. La unión entre una toba y un mataco estabaprohibida por los hombres y maldita por los dioses. Cuando el consejo de la tribu dio órdenes estrictas para prohibir los encuentros entre los jóvenes, ellos establecieron citas secretas y se amaron mástodavía a la sombra de su sigilo.
Sin embargo, no estuvieron a salvo de las habladurías, de los comentarios a media voz que deslizaban las viejas cuando se sentaban en rueda a tejer su yicas (bolsastejidas con fibras vegetales) y a moler las semillas del algarrobo. Tampoco de las miradas de alguno que los había sorprendido al entrar en el monte tras un armadillo fugitivo o para recoger losfrutos del jume.
Y llegó el día en que, reunido nuevamente el consejo de la tribu, debieron comparecer ante él. Los jefes, que ya habían deliberado, los miraban en silencio. Los corazones de los...
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