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Tratando de ir un poco más allá de ese “ruido”, es evidente que el tema objetode debate es significativo. Uno de los problemas latentes en esta clase de disputas y de rechazos, es que se pretende situar a las ciencias naturales y a las ciencias sociales en un mismo plano deigualdad en relación a lo que serían sus cualidades epistémicos y a partir de ahí establecer comparaciones que acaban resultando insostenibles. En el primer caso, hablaríamos de conocimiento científico,en el segundo de conocimiento técnico, y en el tercero, vinculado a la idea de visión práctica y aplicada, trataríamos de describir una forma de conocimiento que necesariamente incorpora valores,juicios y decisiones, todo ello para poder tener relevancia en la práctica social.
Si aceptamos esta distinción, seguramente la voluntad de comparar estas diferentes visiones y formas de entenderla generación de conocimiento, resulta algo absurda. En efecto, habrá campos en los que una aproximación será más potente y útil que las otras. Desde esta perspectiva, la voluntad de reforzar la“cientificidad” de la labor de los investigadores en ciencias sociales acabaría en un fracaso, puesto que estarían aceptando unos términos de hacer ciencia que no les son propios.
Una perspectiva estrictamentecientificista de la investigación y análisis politológica, probablemente nos lleve a reducir los fenómenos políticos a una serie de efectos, que pueden hacernos perder lo que entendemos que tiene dedistintiva la política. Entendemos que la autonomía de la ciencia política deriva de la propia autonomía de la política, y de considerar, como hemos ido diciendo, que no se puede reducir la conductahumana y social a parámetros estrictos de racionalidad. Las imágenes, los estéreo tipos, las emociones, las tradiciones sociales y familiares, y otros muchos factores no comprimibles en lógicas...
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