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Acercarse a la poesía es, a veces, una tarea dura, agotadora, incluso áspera si uno no se acerca a un poema en el momento adecuado, o con la claridad mental necesaria. Porque, para qué negarlo, lapoesía no es algo que se pueda leer en cualquier momento y en cualquier lugar. La poesía exige cierta tranquilidad, reposo, calma y tiempo para poder desentrañar lo que el poeta trató de decirnos. Yademás hay poemas y poemas. Un poema puede leerse en dos minutos, dos horas, dos días o dos años. Hay poemas que bien merecerían dos vidas, y aún podríamos seguir hablando de ellos.

Pero no vamos aaburrir al personal, por lo menos no ahora. Es probable que los que leáis estos pequeños textos míos, lo hagáis en cinco minutos en el trabajo, mientras descansáis y apartáis la mente, por unos minutos,del constante goteo de correos electrónicos; tal vez lo leáis por la noche, en casa, después de una agotadora jornada de trabajo, quehaceres cotidianos y, algún afortunado, hasta algún achuchónfugaz.

Os propongo aquí un pequeño poema de Quevedo, una de las mejores plumas de nuestra historia literaria. Veamos qué nEncuentro dos partes bien diferenciadas. La primera parte ocupa los primerosonce versos, y la segunda parte los tres últimos (el último terceto). A lo largo de la primera parte, Quevedo presenta una descripción, casi una definición completamente subjetiva, de lo que para élsignifica el Amor, mientras que en la segunda parte rompe esa enumeración descriptiva para pasar, de una manera dura, y casi abrupta, a calificar todo eso que antes ha expuesto (Amor) como “tormentos”.Pero no sólo son tormentos, sino que son “más de verdugo”. No olvidemos que el verdugo es el que trae la muerte, la mano que ejecuta la sentencia, la que ahorca finalmente. Los tormentos del amor son,casi, tormentos de muerte. Maldito amor que mata, está pensando Quevedo.

Es importante fijarse, también, en los tiempos verbales. En la primera parte se emplea el infinitivo (osar, temer, amar,...