Eb
Simple pero efectivo
-¡Juro que yo no he hecho nada!
-Tranquila, no te estamos acusando de nada –me dice el poli al verme con las lágrimas asomando en mis ojos –solo queremos saber que pasó esa noche.
Respiro profundamente para relajarme como me había enseñado mi profesor de teatro años atrás. ¿Cuento todo? ¿Todo? Si, será mejor que no excluya ningún detalle si no quiero que piensen lo que noes. Además este hombre tiene algo que me inspira confianza, no como su compañero.
-No fue mi culpa…
-Lo sabemos –sonríe dándome la confianza que me falta.
Tomo un largo trago de aquella agua de tiesto que me dieron intentando pasar como café y empiezo con mi historia:
Era viernes y yo había quedado con las de siempre. Natalia, Vero, Mónica, Bea y Carla. No íbamos a hacer nada especial. A Nataliale apetecía pizza, así que se convirtió en el plan principal de la tarde. Siempre hacemos lo que quiere Natalia.
Le pedí dinero a mí madre. Solo me dio cinco euros por lo que cogí otros cinco de mi cartera y me fui. Estuve esperando más de diez minutos a que llegaran las chicas, ya que siempre llegan tarde.
Cuando llegaron, fuimos a nuestro sitio, siempre que quedamos acabamos en esa casa. Y esque, aunque no es de ninguna, todas la consideramos nuestra desde el día que con doce años se nos coló la pelota en el jardín y entramos a por ella. Entonces descubrimos que ese pequeño hogar estaba abandonado. Y hasta el momento nadie nos había prohibido la entrada… espero que no haya ningún problema con eso…
Bueno ya allí, algunas de las chicas salieron a la pizzería más cercana, otras nosquedamos escuchando música y preparando la mesa.
Nos comimos la pizza y a mi me entró ganas de fumar. No es que yo fume todos los días pero de vez en cuando... no puedo evitarlo. Salí al patio trasero, ya que el jardín estaba bastante embarrado porque había llovido.
Total, que escuche un sonido, era como si se hubiera caído una vajilla entera. Pensé que mis amigas eran unas inútiles ¿puedo decirinútiles? ¿Sí? Vale. Pues eso, creí que se las había roto un plato mientras recogían o algo, pero entonces me di cuenta que el ruido venía de casa de Rosa, nuestra vecina… ¿Qué de que la conozco? ¡Ah! bueno, ella siempre es muy maja con nosotras y a veces incluso nos hace magdalenas. Como os habréis dado cuenta el patio comunica las dos casas así que me acerqué a su casa con la intención de ayudarla.Llamé pero no me abría. Ahí fue cuando me empecé a preocupar. Pensé que se había caído y no se podía mover. Por eso me atreví a entrar por la ventana que siempre tiene abierta. Ojalá nunca lo hubiera hecho.
Bebo otro sorbo de aquel “café”, me había quedado seca solo de pensar en todo lo que pasó después.
-Tranquila joven, tómate tu tiempo –vuelve a tranquilizarme el hombre, creo que oí como el otropoli le llamó Paco hace unos minutos, pero la verdad no estoy segura.
Como iba diciendo, entré por aquella ventana y busqué a la señora con cuidado para que no se asustara al verme en su casa. La llamé pero nadie contestó. Entré en el salón y vi un jarrón roto. Eso fue lo que escuché. Me tranquilicé bastante y supuse que no había pasado nada más. Pero de todas formas tenía que asegurarme de ello.Fui a la cocina y entonces fue cuando lo vi. Estaba sentado en la mesa y se cubría la cara con las manos. Saludé casi susurrando y él, obviamente se asustó. Me miró y se tranquilizó al ver que era yo. En realidad solo nos conocíamos de vista pero sabía perfectamente que era el hijo de Rosa.
Le expliqué porque había entrado en su casa pero él no me respondió, solo me miraba. Yo estaba por irme, lasituación era bastante incómoda. Entonces fue cuando empezó a llorar. Obviamente, yo me acerqué para ver que le pasaba y me abrazó. Fue bastante extraño porque no habíamos hablado nunca pero se le veía bastante mal como para pedirle que me soltara. Finalmente conseguí que me contara que había pasado. Había discutido con su novia…
No puedo continuar con esto.
-¿P-puedo ir al baño? –Digo...
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