Econocrónicas

ECONOCRÓNICAS 1

Noviembre 2, 2010.

Siempre he pensado que la economía va muy de la mano con la sociología, y hablar de ésta, encadena otras temáticas que a su vez involucran otras hasta unsinnúmero de tópicos. En una sociedad como la nuestra, hay evidencias empíricas que nos demuestran los efectos secundarios –a nivel sociedad común y corriente- derivados de ideologías o “idiosincrasias”sobre una de nuestras posesiones temporales llamada dinero y su carencia de importancia, mientras se tenga.

Compartiendo una tarde con una amiga en el centro de Monterrey –donde el mito de laavaricia propia de la región es simplemente eso: un mito-, el Paseo Santa Lucía de fondo y saboreando un delicioso “frapuccino”, la conversación se volvía intermitente debido uno de los síndromes que nostrajo el legado de le vida moderna: “celulitis”; más no me refiero al mal dermatológico que sólo preocupa a las mujeres que pasan de los 30, sino al teléfono celular y su constante tintineo(o”twitteo”), y entre los “permíteme”, los “ja, ja, ja” y los “ay no ma…”; mi querida regia pretendía cambiar el celular por un modelo de recién arribo al mercado. Con un sorbo mas a mi exquisita bebida enfoqué miatención a su destreza para manejar tecladito, tres “twitteros” y mi conversación; buscando algún defecto que el gadget presentara y obligara a mi amiga a tomar –para ella- tan vital decisión. Una vezdescargada la batería, se permitió explicarme que el actual celular simple y llanamente le aburrió; y en vísperas de navidad, reyes magos y demás argumentos para “darle en la torre” al aguinaldo;tenía la intensión de al comerse la última uva, levantar con una mano su copa de sidra y la otra el nuevo celular, obvio con el pulgar en el botón que habilita la función “enviar”.

Una vez terminadoaquel encuentro del décimo tercer tipo, en el auto meditaba entre mis múltiples y conflictivas ideas mezcladas con nostalgias dominicales, la frialdad numérica implicada en ésta útil herramienta...