Economia
Napoleón Gómez Urrutia
06 de diciembre del 2012
La terminación de un gobierno, sin duda, debe ser traumática y llena de temores e incertidumbrepara el que lo ha dirigido. Más aún si no está consciente de los graves errores y deudas sociales que deja. Muy pronto se dará cuenta de su paso superficial y efímero y de su disfrute transitorio delpoder. Esto mismo le debe estar pasando o le va a pasar a Felipe Calderón, porque desde el comienzo de su administración fue seriamente criticado por la ilegalidad y posible fraude cometidos parainstalarlo o imponerlo como gerente de intereses privados, y con sus hechos de gobierno confirmó la sospecha.
Los grupos empresariales más conservadores y reaccionarios lo dejaron jugar al importante, pesea todas sus limitaciones e incapacidades, improvisando guerras con estrategias militares que le dictaban. Sin embargo, por la impunidad y la corrupción crecientes, terminó solo y repudiado como pocosen la historia, incluso por las mismas personas a las que consideraba sus amigos y a las que les servía incondicionalmente y sin medida. Me consta, de manera directa algunas e indirecta otras, lasexpresiones despectivas, groseras y sarcásticas de empresarios mineros a los que les entregó 25 por ciento del territorio nacional en concesiones, tales como Germán Feliciano Larrea, de Grupo México;Alberto Bailleres González, de Peñoles; Alonso Ancira Elizondo, de Grupo Acerero del Norte, y Julio Villarreal Guajardo de Grupo Villacero. De resentido, acomplejado por su apariencia indígena,incompetente, mecha corta y alcohólico no lo bajaban, en sus mejores años de principio del sexenio. Quién sabe cómo se expresen ahora, al final de un gobierno que fracasó para resolver los problemas y lasnecesidades de la nación, y que dejó insatisfechos hasta a sus propios aliados.
Calderón trabajó sumisamente para agradarlos hasta el último momento con un proyecto de reforma laboral, elaborado por...
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