Economia
Parte II: La pluralidad humana
A. Ruiz Retegui
d) LA DOBLE TRASCENDENCIA DE LA PERSONA, A DIOS Y AL MUNDO
Si la existencia personal humana es resultado de una llamada creadora del Amor divino, es decir, si la persona es fruto de una llamada creadora que le constituye desde la nada, lo primero que, en orden de naturaleza, tiene el hombrees su apertura a Dios. De esta apertura se siguen todos los demás elementos y están marcados por ella. La visión creacionista nos lleva pues a superar una manera de ver las cosas que es muy conforme con nuestro modo de conocer, que tiende a captar, en primer lugar, los entes concretos y sólo posteriormente detecta, como accesorias, las afecciones relativas. No es que el hombre, ya constituido porunos elementos esenciales y sustanciales, sea afectado por una llamada. La llamada no accede a un ser ya constituido, sino que lo constituye desde la nada. Por eso la apertura a Dios es lo primero y más íntimo a él y no algo que acceda a una supuesta intimidad subsistente en sí misma. Cuando San Agustín escribió que "Dios es más íntimo a mí que yo mismo" no estaba haciendo una metáfora piadosa,sino que apuntaba a algo radicalmente decisivo de la antropología derivada de la creación. Lo mismo afirmaron los medievales cuando decían que el ser humano recibe el ser por el alma, es decir, por la apertura a Dios, y, en general, que la substancia recibe el ser por la forma. Esta realidad, a pesar de la claridad e importancia de su significado, es muy difícil de ilustrar con ejemplos de nuestraexperiencia. La razón de esta dificultad es que, sólo cuando el cognoscente es la sabiduría creadora y sólo cuando el amante es el Amor Creador, el acto de conocimiento y el acto de amor creadores preceden, porque causan, lo conocido y lo amado. En cambio nuestras relaciones de conocimiento y amor presuponen siempre un objeto inteligible y bueno que preexiste, por eso es tan difícil pensar -y muchomás difícil imaginar- que sea una llamada la que constituye a la criatura. Quizá podría ilustrarse con realidades accidentales, como, por ejemplo, el torbellino que se origina en un fluido cuando es absorbido. El torbellino no es "algo" sino afección del fluido en cuestión. Pero si consideramos imaginativamente el torbellino como un "algo", entonces es claro que todo él es constituido y dependede la absorción, de modo que la dirección hacia el punto de atracción -el sumidero, por ejemplo- es lo que tiene la primacía en todo lo que es.
La criatura tiene pues una estructura en la que lo fundamental es su relación a Dios. Ciertamente esa relación se compone con otros aspectos, porque la criatura no es una relación pura, sino que tiene aspectos de ser en sí misma. Pero todos esos aspectosdependen de la llamada creadora, es decir, de la relación de finalidad o de finalización a Dios. La Filosofía tradicional afirma que la causa final es la causa de la causalidad de todas las causas. Esta afirmación, que tiene su significado directo en la operación de un agente, se transcribe exactamente en el resultado de la operación cuando el que obra es Dios Creador, que mide plenamente, desde sudeterminación más radical, la realidad creada.
Por esto puede decirse que, como afirmaba San Agustín, las criaturas existen como verdaderas, porque Dios las conoce, porque son fruto de la sabiduría creadora, y existen como buenas porque son fruto de la llamada del Amor Creador. El Amor Creador y la Sabiduría Creadora son la medida de toda la realidad creada. Por eso la criatura es ante todoapariencia ante Dios: No es que la mirada de Dios penetre hasta la intimidad sustancial de la criatura, sino que es la mirada la que constituye a la criatura. En consecuencia, la aceptación de la criatura de que hablábamos al tratar del fundamento creacionista de la moral es fundamentalmente un dejarse mirar y un dejarse querer. No es lo mismo ser mirados o ser queridos que dejarse mirar o dejarse...
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