edgar alla poe

Páginas: 38 (9252 palabras) Publicado: 10 de agosto de 2013
La máscara de la Muerte Roja*
HACÍA mucho tiempo que el país estaba despoblándose por culpa de la Muerte Roja. Nunca hubo pestilencia tan fatal ni tan horrible. La sangre era su avatar, y su sello la rojez y el horror de la sangre. Se producían agudos dolores, repentinos vértigos, y después de un profuso sangrar de los poros…, la muerte. Las manchas escarlata sobre el cuerpo, y especialmentesobre la cara de la víctima, eran el entredicho de la peste, que la cerraba a todo socorro y a toda compasión de sus semejantes. La invasión, el progreso y el resultado de la terrible enfermedad tenía lugar en media hora.
Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios estuvieron medio despoblados, convocó a su presencia un millar de amigos sanos y despreocupados,escogidos entre los caballeros y las damas de su corte, y con ellos se encerró en la profunda reclusión de una de sus abadías fortificadas. Se trataba de una extensa y magnífica construcción, creación del propio gusto excéntrico y a la vez majestuoso del príncipe. Un muro poderoso y elevado la rodeaba. Este muro tenía puertas de hierro. Una vez que hubieron entrado los cortesanos, trajeron hornillos ymartillos enormes y soldaron los cerrojos. Resolvieron no dejar manera de entrar o salir, previendo los súbitos impulsos de desesperación o de locura de los del interior. La abadía fue bien aprovisionada. Con tales precauciones, los cortesanos podían desafiar el contagio. ¡El mundo exterior se las compondría como pudiese! Entre tanto, sería locura lamentarse o preocuparse. El príncipe se habíacuidado de todo lo que fuera motivo de placer. Había bufones, improvisadores, bailarines, músicos, belleza, y había vino. Todas estas cosas, y la seguridad, estaban en el interior. Fuera imperaba la Muerte Roja.
Fue hacia el final del quinto o sexto mes de su retiro, mientras la pestilencia se extendía con más furia por el exterior, cuando el príncipe Próspero obsequió a su millar de amigos con unbaile de máscaras de una insólita magnificencia.
¡Voluptuosa magnificencia la de aquella mascarada! Pero primero permitidme que os hable de las salas donde tenía lugar. Eran siete: una suite imperial. En muchos palacios, estas series forman una larga y recta perspectiva, al tiempo que las puertas corredizas se corren hacia las paredes de ambos lados, de modo que se puede ver toda su extensión sinningún esfuerzo. Allí la cosa era muy diferente, como podía haberse esperado del amor del príncipe por lo extraño. Las salas estaban tan irregularmente dispuestas que la vista solo podía abarcarlas de una en una. Cada veinte o treinta yardas había un brusco recodo, y a cada recodo un nuevo efecto. A la derecha y a la izquierda, en medio de cada pared, una alta y estrecha ventana gótica se abría aun cerrado corredor que iba siguiendo las revueltas de la serie de salas. Aquellas ventanas eran de vidrios coloreados, cuyo color variaba en conso nancia con el tono predominante en las decoraciones de la sala correspondiente. La sala del extremo oriental, por ejemplo, era de color verde, y las ventanas eran de un verde profundo. La segunda cámara era de púrpura en sus ornamentos y tapicerías, yallí los cristales eran de color púrpura. La tercera, enteramente verde, y verdes los cristales. La cuarta estaba amueblada e iluminada color naranja; la quinta, de blanco; la sexta, de violeta. La séptima habitación estaba rigurosamente decorada con cortinajes de terciopelo negro que colgaban por todo el techo y las paredes, cayendo en pesados pliegues sobre una alfombra del mismo tejido y color.Esta era la única habitación en la que el color de las ventanas no correspondía al de la decoración. Los cristales eran escarlata, de un intenso color sangre. Ahora bien, en ninguna de estas salas, a través de los ornamentos de oro distribuidos en profusión por uno y otro lado o suspendidos del techo, se veía lámpara ni candelabro alguno. No había ninguna clase de luz que emanara de lámpara o...
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