Editorial

El Narco empresarial.

El éxito de la guerra contra el narcotráfico se mide según los spots de televisión en términos de aprehensiones y decomisos, ciertamente históricos en los últimos tresaños. Pero mientras el tráfico de drogas se vuelve más difícil, la extorsión, el secuestro, la explotación sexual y otros destructores del tejido social se convierten en las nuevas fuentes de dineropara los cárteles.
En Tijuana los sicarios cobran entre 500 y 23 mil dólares mensuales a comerciantes y empresarios a cambio de no incendiar sus negocios o dejar en paz a sus familiares. Lomismo sucede en Veracruz, Nuevo León, Tamaulipas, Michoacán y otros estados. El Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad calcula que durante 2007 hubo 6 mil 500 secuestros, más de 17 al día.México es el segundo mayor productor de pornografía infantil en el mundo. Ahora nos enteramos que la PGR investiga el robo a ductos de Pemex por parte de Los Zetas.
La diversificación de loscriminales corrobora que ya no son rancheros con viejos códigos éticos preocupados por su comunidad. Son fríos asesinos, secuestradores, desertores de grupos militares de élite que utilizanestrategias empresariales para compensar las molestias que les ocasionan los operativos federales.
El problema ya no es el narcotráfico en sí mismo; es el contexto de impunidad que permite la unión deempresarios que compran diesel robado con narcotraficantes dedicados también al secuestro y a la extorsión. Por eso sirven de poco las respuestas de autoridades como las del gobierno de Veracruz,que propone frente al robo de combustible aumentar las penas y tipificar como un delito de la delincuencia organizada el robo a ductos de Pemex.
Si la lucha de México no es sólo contra elnarcotráfico, sino contra el crimen organizado, entonces hace falta cambiar el sistema que permite a policías y políticos, empresarios y autoridades penitenciarias ser parte del enorme negocio de la...