educacion
En la pedagogía propugnada por la actual normativa universitaria, que creo relevante analizar en la medida en que representa a toda una corriente general en la pedagogía actual, hay un obstinado afán nivelador. Con el fin de entender en qué consiste esta “nivelación” hemos de dar un cierto rodeo yendo hacia donde arraiga toda ciencia y todo conocimiento. Porque lapedagogía y su ámbito de ocupación (la educación) enraízan en un basamento que podemos denominar con algunas reticencias “ontológico”, entendiendo por lo “ontológico” una dimensión vertical o profundidad desde la que se da la orientación de la mirada y una cierta preconcepción acerca de cómo buscar la verdad tanto en la ciencia como en el pensamiento filosófico. Aquí, aunque sigamos una pista de aireheideggeriano, hemos de matizar dos cosas:
1) El carácter estrictamente mundano de todo el proceso y de toda la verticalidad a la que nos referimos, del origen de la mirada y del carácter de lo que llamamos “verdad”. Ya no es tanto la orientación hacia un “Ser” que en Heidegger parte de la diferencia ontológica entre Ser y ente, orientación cuyos peligros se han señalado ampliamente, sino unacimentación en algo que Heidegger cuestionara con contundencia y que dicho todavía sin muchos matices es lo que suele denominarse “sujeto”. El conocimiento lo presupone siendo el origen de las distintas perspectivas y miradas, desde la contemplativo-cartesiana a las de tipo hermenéutico. El sujeto es aquello que, en la imagen nietzscheana expresada por Foucault en cierta entrevista poco conocida,resulta capaz de jugar en el límite de la estructura, estando dentro de ella pero rehaciéndola, en sus márgenes, en un tenso estar dentro de ella pero también, en cierto modo que habrá que describir, fuera de ella, en la zona de penumbra, en el claroscuro.
2) La cimentación preconceptual (dirección, sentido de la mirada que busca la verdad, pre-definición del logos y de la verdad) del sujeto ysu obrar no puede apelar a algo así como un “ser” aparte del mundo. La vaguedad de algo que aunque deba manifestarse mundanamente se situaría, en el fondo, en el extrarradio del mundo tiene el problema, creo, de toda trascendencia que pierda los lazos con la inmanencia. Heidegger desde luego dejó bien claro que toda teología se sitúa en un plano óntico, pero yo hasta ahora no he podido sinorecordar a la teología negativa cuando abordo en los textos de Heidegger a ese “Ser” indefinible y siempre lejano, que parece evadirse en una constante fuga. La imagen como de una mano que apunta al cielo no puede dejar de asemejarse a planteamientos teológicos tradicionales en la versión negativa. Lo negativo es siempre “fuga de”, “desbordamiento”, “apertura” o, en la versión dialéctica, “impugnación”.Todo ello es gnosticismo si se hace en función del mundo como un todo. Aunque este operar negativo del pensamiento sí resulta productivo cuando no abandona los márgenes mundanos.
En Heidegger, el Ser se muestra en el mundo (ente) sin agotarse nunca en ese mostrarse mundano, por lo que trasciende al mundo. En el mundo el Dasein encuentra al Ser en el ente, como acontecimiento, como lo que semuestra cercano y lejano, con una cercanía cotidiana pero también con una inasible lejanía. Es esta lejanía la que hay que matizar y entender bien para no deslizarnos en la vieja teología negativa o, por el contrario, en trascendencias positivas disfrazadas de inmanencia (esto último se lo reprocha Adorno a Bloch en un escrito que acabo de leer enNotas sobre literatura). En lo que llevo leído meparece que el problema lo resuelve bien Ellacuría en su Filosofía de la realidad histórica, pero se halla también excelentemente encaminado en Adorno. En ellos se alude a lo utópico como lo que trasciende al modo de horizonte, un color indeleble (metáfora empleada por Adorno), lo que desde la actual configuración de la realidad histórica late en ella al modo de “posibilidades” realizables. Se...
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