EDUCACION
Enlace de audiovisual
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MIGUEL A. SANTOS GUERRA. La opinión de Málaga (14/11/09)
Hace tiempo que circula por la red un pequeño y emocionante reportaje sobre un grupo de escolares de Colombia que, para acudir a su escuela, tienen que atravesar cada día un profundo precipicio de más de doscientos metros. Con un frágil arnés se cuelgan deuna oxidada polea que discurre por un cable de más de ochocientos metros. Para amortiguar el golpe que causaría la inercia de la caída utilizan una pequeña horquilla que cruzan con la polea. La misma aventura cada día para ir a la escuela y para volver a sus casas. Resulta emocionante ver a esas criaturas (algunas veces hacen esa arriesgada travesía dos niños juntos, uno cogido a la espalda delotro) poniendo en juego sus vidas para poder aprender.
Me pregunto por lo que les pasa a nuestros niños y jóvenes cuando desprecian la oportunidad de acudir a la escuela y, llegado un momento, consideran que aprender es una tortura o un castigo. Fracaso, absentismo y conflictividad en las aulas contrastan con el ejemplo admirable de los "niños del cable".
Se ha suscitado un interesante debate enEspaña a propuesta del Ministro de Educación. La cuestión que ha puesto sobre el tapete es la posible ampliación de la escolaridad obligatoria hasta los 18 años. Mi reacción inmediata es de carácter positivo. Sí, que se haga.. Ampliar la escolaridad es extender la educación a personas que no podrían tenerla sin una medida de esta naturaleza. Estoy por la labor, aunque de forma condicionada, comoluego explicaré.
Considero que aprender es algo positivo, por eso creo que "obligar" a estudiar es una buena iniciativa, aún a sabiendas de que sólo aprende el que quiere. El verbo aprender, como el verbo amar, no se pueden conjugar en imperativo. Podemos llevar el caballo a la fuente, podemos meterle la cabeza en el agua pero beber es un asunto de su única incumbencia.
Se me podrá decir que hayque preguntar a los protagonistas, porque ya tienen edad de pensar y de decidir. Si alguien les pregunta si quieren seguir estudiando, es probable que algunos digan que no.. Pero eso sucede a los 18, a los 14, a los 12 y a los 10. ¿Qué hacemos, dejamos fuera de la escuela, a cualquier edad, a todos los que no quieran estar en ella?
Puesto que la educación es un bien, soy partidario de que seamplíe hasta el máximo la escolarización. Hay países que así lo hacen, como Hungría y Holanda y no les va mal. Muchos otros de nuestro entorno cultural tienen escolaridad obligatoria hasta los 16, es cierto.
Es probable que algunos profesores y profesoras se echen las manos a la cabeza. Para reventar una clase no hace falta un grupo organizado de objetores, basta con uno. Pero, claro, con mayornúmero la situación se complica. ¿Cómo persuadir a quien no quiere estar de que aquello es lo mejor para él?
Se me dirá que bastante fracaso y absentismo tenemos como para meternos en este nuevo berenjenal. Se me dirá que primero solucionemos los problemas y después veremos. Si es así, sepamos que ese "después", nunca llegará
Sé muy bien que decir "enseñanza obligatoria" es igual que decir "trabajosforzados". El lenguaje juega esas malas (o buenas) pasadas. Lo que sucede es que esa valoración negativa de la enseñanza nos pone contra las cuerdas a los políticos que la organizan y a los profesionales que la llevamos a cabo. Imagino a un escolar de 16 años que está a punto de terminar y que está deseando largarse. Imagino que alguien le dice:
Mira, se te va a aparecer un ángel (un ÁngelGabilondo) y te va a hacer una maravilloso regalo. Vas a seguir estudiando dos años más de forma obligatoria.
No es difícil imaginar la reacción de rechazo y de desprecio. Quizás de ira. Cuando alguien no quiere caldo acepta muy mal que le digan: pues ahora te vas a tomar dos tazas.
Tal como está el mercado laboral, ¿qué sentido tiene dejar a muchos de esos chicos vagando por las calles? Claro que,...
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