Educacion
Fragmentos de amorosidad y de alteridad en educación. Texto presentado por Carlos
SKLIAR en el XI Seminario Internacional EDUCAR: FIGURAS Y EFECTOS DEL AMOR
Fragmentos de amorosidad y de alteridad en educación.
Carlos Skliar
Para Jacques Derrida la amorosidad tiene que ver con un gesto, con la posibilidad de
“agarrárselas” con algoy con alguien. “Agarrárselas”, porque eso algo (lo otro), ese
alguien (el otro) provoca a la vez pasión, ira, temor, atención, desolación, ignorancia,
pesadillas, consternación, inclinación hacia su cuerpo, memoria de su rostro, ética y
justicia.
La “amorosidad” aquí, se revela contra toda la indiferencia, todo el descuido, toda la
pasividad y todo el olvido en relación al otro.
Así, laamorosidad educativa tiene mucho más que ver con la diferencia, el cuidado, la
relación, la bienvenida, el salirse del yo y la memoria del otro.
Es cierto: sería más fácil, mucho más cómodo y más “adecuado” (pero sin amorosidad)
pensar al otro en términos de exterioridad (el otro está fuera de mí, el otro siempre está
fuera de mi).
Pero hay algo de exterioridad en el otro, sí, algo que entoncesaltera y, así, provoca
alteridad.
La amorosidad hacia el otro no puede ser una definición acerca de la identidad del otro,
no es su ropaje, no es su contorno, no es el lápiz con que lo dibujamos, no es la firma con
que lo diagnosticamos, no es el nombre que le damos, no es el silencio que le atribuimos,
no es la desdicha en que lo suponemos, no es el heroísmo con que lo ensalzamos, no es
su“otra” lengua, “su “otra” cultura, su “otro” cuerpo, su “otro” aprendizaje, su “otra”
religión.
Se pasan muchísimos años, demasiados años escuchando, hablando, informándonos,
opinando, leyendo y escribiendo acerca de los otros “específicos” de la educación (los
discapacitados, los pobres, la infancia, los que parece que no aprenden, los extranjeros,
los gitanos, los bolivianos, las niñas, losjóvenes, y tantos y tantas otras) como si de eso
se tratara toda amorosidad educativa. Sin embargo, tal vez el único recuerdo que nos
parece que vale la pena es pensar y sentir cada momento en que fuimos (y en que
somos) incapaces de relacionarnos con ellos.
Acaso: ¿Hace falta un discurso sobre la locura para una relación de amorosidad,
pedagógica o no, con los “locos”? ¿Es imprescindible sabersobre la sordera para una
relación de amorosidad pedagógica con los “sordos”? ¿Se vuelve un prerrequisito sine
qua non un cierto tipo de dispositivo técnico sobre la deficiencia mental para una relación
de amorosidad pedagógica con los “deficientes mentales”? ¿No se podría tener, acaso,
una relación de amorosidad pedagógica con la infancia si no sabemos, primero,
“absolutamente todo” lo quehay “saber” sobre ella? ¡He aquí la cuestión!
También es cierto que sería más fácil, más cómodo (pero sin amorosidad) pensar la
alteridad en términos de negatividad (el otro es lo que yo no soy, siempre el otro es
aquello que nosotros no somos).
Pero: ¿sabemos por acaso qué somos “nosotros”? ¿Tenemos alguna idea, por más
pequeña que sea, sobre qué quiere decir “nosotros”? ¿Qué exorcismo, quéolvidos, qué
sortilegios, qué masacres, qué amorosidad, qué brujerías realizamos cada vez que
pronunciamos ese “nosotros”?
“Nosotros”: el arma de la lengua y del cuerpo que esgrimimos para, sin amorosidad
alguna, defendernos de los otros. ¿En defensa propia?
De algún modo somos impunes al hablar del otro e inmunes cuando el otro nos habla. ¡Y
aquí hablar significa tantas cosas!
Tal vez allíresida toda la posibilidad y toda la intensidad del cambio de amorosidad en las
relaciones pedagógicas: nunca ser impunes cuando hablamos del otro; nunca ser
inmunes cuando el otro nos habla.
Desde luego que sería mucho más fácil, mucho más cómodo y mucho más “profesional”
(pero sin nada de amorosidad) si comprendiésemos al otro sólo como una temática (el
otro se transforma en un tema,...
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