efectos del desempleo
En una cultura que se enorgullece de la bandera de los derechos humanos, la carencia estructural de empleo es no sólo un asunto de los desempleados, sino también una señal dealerta para el estado de derecho, un reflejo de las tensiones, contradicciones, conflictos y transformaciones que inquietan las sociedades industriales contemporáneas.
Cuando ya parece imparable elproceso de implantación del nuevo orden productivo que empuja hacia un sistema postindustrial y, por tanto, a una sociedad informatizada, el trabajo sigue constituyendo no sólo el centro de gravedadde la economía y la política sino también del tiempo y el espacio humano, el referente principal del deseo y de la necesidad, es decir, el esqueleto de la cultura y la cotidianidad.
Según muchosautores, para el ciudadano medio actual, el trabajo constituye un valor de primer orden, la profesión su seña de identidad y el empleo retribuido el factor aglutinante de sus creencias, actitudes yopciones fundamentales. La consciencia del problema del desempleo no es, de hecho, tan nueva: hasta el siglo XIX, el fenómeno del paro aparece disfrazado junto a la pobreza. Según Garraty (1978) el paro escomo una terrible calamidad de naturaleza específica. Su compatriota Durkheim (1893,1897) refuerza esa tesis en su sociología de la división del trabajo anómica. Ya a principios del presente siglo elinglésBeveridge (1909) publica su clásico estudio sobre el desempleo: un problema de la industria. Pero es en los últimos decenios que parece haber calado más hondo en la consciencia colectiva el hechode que el trabajo integra y el desempleo segrega, de que el ejercicio laboral normaliza, desarrolla y legitima, mientras el desempleo frena y aparca al desempleado en la excedencia social. El mismoParlamento Europeo reconoce el carácter deplorable y alarmante de las consecuencias psicológicas, patológicas y sociales del desempleo, al tiempo que urge la adopción de medidas para el acceso a un...
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