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EL CAMPAMENTO


Observaba a su pequeño hermano dormir junto a él, era solo otra fría mañana de las que tantas solían pasar, alargó su brazo para abrazarlo y poder brindarle un poco de su calor. La niebla se apoderaba del extenso bosque dejando solo puntos ciegos a su alrededor, una vieja cabaña de madera putrefacta, envuelta en su interior por una densa oscuridad, era nada más que un refugiotemporal para aquellos días que parecían un infierno y una eternidad. Al levantarse rodeó la cama improvisada por tablas de madera y clavos, observó al pequeño detenidamente mientras en su cabeza solo surgían preguntas sin respuesta alguna, la nostalgia lo consumía al saber que lo habían perdido todo y que ese chico era su único motivo para seguir con vida. Levantó su mochila, sacó la linterna ymiró las provisiones que habían reunido durante la semana, algunas frutas que poco a poco se pudrían serían su alimento para un día más. Al guardar el resto pudo ver que su hermano se había despertado por el ruido que él ocasionaba, un “buenos días” fueron las palabras que salieron del pequeño, respondiéndole con lo mismo inmediatamente le llevó los trozos de fruta.
-Buen provecho.
-Estápodrido-, expresándolo con asco en su cara.
-No lo está del todo, agradece que tenemos algo y cómelo.
Después de unas cuantas horas era momento de partir, seguir su camino que era abrazado por el frío desolador. Su mente le decía que no dejara dicho refugio pero su instinto le incitaba lo contrario, si aún querían sobrevivir era dejando ese lugar. Allí

afuera se encuentran más supervivientes aligual que ellos, desesperados, fríos, psicópatas que matarían solo por algo de comida, caminando en grupos, armados con cualquier clase de arma improvisada o si tuvieron suerte, con algún arma de fuego con no más de dos balas para asechar, amenazar, robar y eliminar todo a lo que consideren su presa. En este escenario nadie confía en nadie.

Continuaron rumbo al sur durante días, solitarios yobstinados en una inhóspita región montañosa. Casas de aluminio. A veces veían tramos de la interestatal allá abajo entre los árboles del denso bosque. Frío y más frío cada vez. Pasadas tantas horas de caminata se detuvieron y contemplaron el gran paisaje que se extendía al sur donde todo estaba quemado hasta donde les alcanzaba la vista, formas rocosas entre los bancos de ceniza y oleadas de estamisma elevándose para alejarse sobre la tierra inútil. Los rayos de un sol opaco que se mueven más allá de las tinieblas.

En aquellos primeros años las carreteras estaban pobladas por refugiados envueltos hasta arriba en sus ropas viejas. Con mascarillas y gafas protectoras, sentados en el suelo como fracasados, sus carretillas repletas de desechos. Tirando de canastas o carritos de supermercado.Los ojos brillantes en sus rostros. Pasos de hombres sin fe tambaleándose por los caminos como emigrantes en una tierra salvaje. La fragilidad de todo por fin revelada. Viejos y preocupantes problemas desintegrados en la nada y la noche. El último ejemplo de una cosa pone punto final a la clase, el chico sabía lo que él sabía. Que todo aquí siempre es un abrir y cerrar de ojos.

Por la mañana sepusieron de nuevo en marcha, hacía mucho frío. A media tarde empezó a nevar otra vez y acamparon temprano, se metieron bajo el calor de una sábana vieja y observaron caer la nieve sobre el fuego. Por la mañana había varios centímetros de nieve reciente en el suelo pero había dejado de nevar y el silencio era tal que casi podían oír el latido de sus corazones. Apiló un poco de leña sobre lapequeña brasa y avivó el fuego, se abrió camino por la masa de nieve para desenterrar el carrito. Buscó entre las latas, volvió y se sentaron junto al fuego, comieron las galletas que quedaban y una lata de salchichas. En un bolsillo de su mochila había encontrado medio paquete de cacao, se lo preparó al chico y luego él se sirvió agua caliente en su taza y se quedó sentado soplando sobre el borde....