egloga 1 garcilaso de la vega
En esta égloga, dedicada al virrey de Nápoles (don Pedro de Toledo, tío del Duque de Alba), Garcilaso describe
dos cuadros simétricos, el canto de Salicio y el de Nemoroso enmarcados entre la salida del sol (que inicia el canto
de Salicio) y su ocaso (con el que acaba su canto Nemoroso). Los dos personajes expresan el estado de ánimo de
Garcilaso ante dos situaciones realesde su vida: la boda de su amada Isabel Freyre con don Antonio de Fonseca
(canto de Salicio) y la muerte de Isabel al dar a luz a su tercer hijo (canto de Nemoroso).
Intervienen, por tanto, dos personajes, dos pastores en los que se desdobla el poeta en dos momentos de su vida:
Salicio, que lamenta los desdenes de su amada Galatea -y encarna así el despecho del enamorado que asediainfructuosamente a su dama-, y Nemoroso, que representa la ternura producida por la muerte de su amada Elisa.
Al virrey de Nápoles
Personas: SALICIO, NEMOROSO
El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de cantar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,
5
de pacer olvidadas, escuchando.Tú, que ganaste obrando
un nombre en todo el mundo
y un grado sin segundo,
agora estés atento sólo y dado1
10
al ínclito gobierno del estado2
albano, agora vuelto a la otra parte,
resplandeciente, armado,
representando en tierra el fiero Marte;
agora, de cuidados enojosos
15
y de negocios libre, por ventura
andes a caza, el montefatigando
en ardiente ginete3 que apresura
el curso tras los ciervos temerosos,
que en vano su morir van dilatando:
20
espera, que en tornando
a ser restitüido
al ocio ya perdido,
luego verás ejercitar mi pluma
por la infinita, innumerable suma
25
de tus virtudes y famosas obras,
antes que me consuma,
faltando a ti, que a todoel mundo sobras4.
En tanto que este tiempo que adevino
viene a sacarme de la deuda un día
30
que se debe a tu fama y a tu gloria
(qu´es deuda general, no sólo mía,
mas de cualquier ingenio peregrino
que celebra lo digno de memoria),
el árbol de victoria5
35
que ciñe estrechamente
tu glorïosa frente
dé lugar a la hiedra que se plantadebajo de tu sombra y se levanta
poco a poco, arrimada a tus loores;
40
y en cuanto esto se canta,
escucha tú el cantar de mis pastores.
Saliendo de las ondas encendido,
rayaba de los montes el altura
el sol, cuando Salicio, recostado6
45
al pie d'una alta haya, en la verdura
por donde una agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verdeprado,
él, con canto acordado
al rumor que sonaba
50
del agua que pasaba7,
se quejaba tan dulce y blandamente
como si no estuviera de allí ausente
la que de su dolor culpa tenía,
y así como presente,
55
razonando con ella, le decía:
SALICIO:
¡Oh más dura que mármol a mis quejas
y al encendido fuego en que me quemo
máshelada que nieve, Galatea!8
Estoy muriendo, y aun la vida temo;
60
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay sin ti el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
65
y de mí mismo yo me corro agora9.
¿D'un alma te desdeñas ser señora
donde siempre moraste, no pudiendo
della salir unhora?
Salid sin duelo10, lágrimas, corriendo.
70
El sol tiende los rayos de su lumbre
por montes y por valles, despertando
las aves y animales y la gente:
cuál por el aire claro va volando,
cuál por el verde valle o alta cumbre
75
paciendo va segura y libremente,
cuál con el sol presente
va de nuevo al oficio
y al usado ejercicio...
Regístrate para leer el documento completo.