El 4 de febrero de 1976 es nuevamente detenido y enviado a prisión donde es torturado
Se equivoca usted, coronel, Carlos Fonseca, es de los muertos que nunca mueren
La tortura de Tomás Borge, un poema en su libro “La paciente impaciencia”
Por La Redacción , 29 abril, 1989 Archivo, Edicion Mexico
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La tortura de Tomás Borge, un poema en su libro “La paciente impaciencia”
La paciente Impaciencia se llamael libro del comandante nicaragüense Tomás Borge, que recibió el premio Casa de las Américas 1989 El Mismo comandante Borge presentará su libro en México, el miércoles 3 de mayo, en la residencia de la embajada de Nicaragua —Explanada 825, esquina con Monte Líbano, Lomas de Chapultepec— a las ocho de la noche
El de Borge es un libro testimonio, en el que se mezclan la narración, la crónica, elreportaje, la biografía, las memorias, el poema en prosa De los cuarenta capítulos que tiene el libro, Proceso presenta aquí la parte en que Borge habla de su encarcelamiento y de su tortura en las cárceles de Somoza, con ese estilo suyo extrañamente original
Nos habíamos reunido en casa de Ruth Marcenaro en la Colonia Centroamérica Cerca de las nueve de la noche decidí llevar a Mildred Abaunza alas cercanías de su casa, en un barrio oriental de Managua, y cuando ya estábamos sentados en el asiento trasero del jeep, Juancito, el conductor, me alertó sobre la presencia de un carro extraño
Comprendí de inmediato que era un vehículo de la seguridad, y le dije a Juancito que diera la vuelta y le saliera al encuentro Así fue No habíamos avanzado cien metros cuando una patrulla BECAT y elvehículo de la seguridad nos alcanzaron mientras sonaban las bocinas
Juancito se detuvo y yo me apresté a disparar la pistola nueve milímetros Le dije a Mildred: llegó la hora de morir Ella dijo: es verdad Me apretó el brazo, temblorosa y solidaria
El oficial de la patrulla, que resultó ser el teniente Rodolfo Sequeira O’Connoly, se acercó tranquilo, con una subametralladora Thompson en la mano; se paró apocos metros, me miró con frialdad y desprecio, con arrogancia Antes de que él disparara, un balazo le arrebató esa máscara
Vi cuando puso los ojos en blanco y desplomó como la pluma de un pájaro en una tarde de verano
Corrí en zigzag unos doscientos metros, mientras me perseguían el indefinible malestar por haber matado a un hombre, y una lluvia de disparos Cuando llegué al Centro ComercialCamino de Oriente, después de tirarme a ciegas en el cauce de Santo Domingo, me toqué asombrado de no tener un sólo rasguño Salí cerca de los cinemas
Quise capturar el vehículo de una pareja, pero no fui enérgico porque la mujer estaba embarazada Mi arma estaba, además, interrumpida Llegó una patrulla que, sin conocer los hechos precedentes, capturó a un hombre que intentaba secuestrar a una parejaGrité mi nombre y algunos transeúntes lo dieron a conocer
Me entregaron a las oficinas de la seguridad somocista Ahí me desnudaron y me dieron la primera paliza Cuando me identifiqué, guardaron silencio Era el 4 de febrero de 1976 a las veintidós horas No fue sino hasta el día siguiente, cuando estaban seguros de quién era, que empezó en serio el interrogatorio
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En el suelo opaco, midiendocada impulso, la memoria girando como el trompo del barrio Laborío, no llegó a persuadirme de la ausencia de aquella luz, la luz que se escapó, horas atrás, de aquel abismo de rostros ocultos y próximos a la capucha; de la boca amarga, o la urgente amenaza de la vejiga, de la mano derecha esposada a una argolla que, por alguna razón y por primera vez, adquiere conciencia de círculo, sin ninguna...
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