EL ABENCERAJE
Páginas: 29 (7010 palabras)
Publicado: 24 de marzo de 2015
Dice el cuento que en tiempo del infante don Fernando,
que ganó a Antequera, fue4 un caballero que se
llamó Rodrigo de Narváez, notable en virtud y hechos de
armas. Este, peleando contra moros, hizo cosas de mucho
esfuerzo, y particularmente en aquella empresa y
guerra de Antequera hizo hechos dignos de perpetua
memoria, sino que5 esta nuestra España tiene en tan
poco elesfuerzo, por serle tan natural y ordinario, que
le paresce que cuanto se puede hacer es poco; no como
aquellos romanos y griegos, que al hombre que se aventuraba
a morir una vez en toda la vida le hacían en sus
escriptos inmortal y le trasladaban en las estrellas. Hizo,
pues, este caballero tanto en servicio de su ley y de su rey,
que después de ganada la villa le hizo alcaide de ella
para que, pueshabía sido tanta parte en ganalla6, lo
fuese en defendella. Hízole también alcaide de Álora, de
suerte que tenía a cargo ambas fuerzas, repartiendo el
tiempo en ambas partes y acudiendo siempre a la mayor
necesidad. Lo más ordinario7 residía en Álora, y allí tenía
cincuenta escuderos hijosdalgo8 a los gajes del rey9
para la defensa y seguridad de la fuerza; y este número
nunca faltaba, como losinmortales del Rey Darío, que,
en muriendo uno, ponían otro en su lugar. Tenían todos
ellos tanta fe y fuerza en la virtud de su capitán, que
ninguna empresa se les hacía difícil, y así no dejaban de
ofender10 a sus enemigos y defenderse de ellos; y en todas
las escaramuzas que entraban salían vencedores, en
lo cual ganaban honra y provecho, de que andaban siempre
ricos.
Pues una noche, acabando decenar, que hacía el
tiempo muy sosegado, el alcaide dijo a todos ellos estas
palabras:
—Parésceme, hijosdalgo, señores y hermanos míos, que
ninguna cosa despierta tanto los corazones de los hombres
como el continuo ejercicio de las armas, porque con
él se cobra experiencia en las proprias y se pierde miedo
a las ajenas. Y de esto no hay para que yo traya11 testigos
de fuera, porque vosotros soisverdaderos testimonios.
Digo esto porque han pasado muchos días que no hemos
hecho cosa que nuestros nombres12 acresciente, y sería dar
yo mala cuenta de mí y de mi oficio si, teniendo a cargo
tan virtuosa gente y valiente compañía, dejase pasar el
tiempo en balde. Parésceme, si os paresce, pues la claridad
y seguridad de la noche nos convida, que será bien
dar a entender a nuestros enemigos que losvaledores13 de
Álora no duermen. Yo os he dicho mi voluntad; hágase
lo que os paresciere.
Ellos respondieron que ordenase, que todos le seguirían.
Y nombrando nueve de ellos, los hizo armar; y
siendo armados, salieron por una puerta falsa que la
fortaleza tenía, por no ser sentidos, porque la fortaleza
quedase a buen recado14. Y yendo por su camino adelante,
hallaron otro que se dividía en dos. Elalcaide les dijo:
—Ya podría ser que, yendo todos por este camino, se
nos fuese la caza por este otro. Vosotros cinco os id por
el uno, yo con estos cuatro me iré por el otro; y si acaso
los unos toparen enemigos que no basten a vencer, toque
uno su cuerno, y a la señal acudirán los otros en su
ayuda.
Yendo los cinco escuderos por su camino adelante hablando
en diversas cosas, el uno de ellosdijo:
—Teneos15, compañeros, que o yo me engaño o viene
gente.
Y metiéndose entre una arboleda que junto al camino
se hacía16, oyeron ruido. Y mirando con más atención,
vieron venir por donde ellos iban un gentil moro en un
caballo ruano17; él era grande de cuerpo y hermoso de
rostro y parescía muy bien a caballo. Traía vestida una
marlota18 de carmesí y un albornoz19 de damasco20 del
mismo color,todo bordado de oro y plata. Traía el brazo
derecho regazado21 y labrada en él una hermosa dama22
y en la mano una gruesa y hermosa lanza de dos hierros23.
Traía una darga24 y cimitarra, y en la cabeza una toca tunecí
que, dándole muchas vueltas por ella, le servía de
hermosura y defensa de su persona. En este hábito venía
el moro mostrando gentil continente25 y cantando un
cantar que él compuso...
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