El Aborto
Páginas: 205 (51076 palabras)
Publicado: 20 de septiembre de 2012
La Semántica del Aborto: Mitos y realidades de una Autonomía Ilegal
Soy un convencido de que la semántica construye realidad. Por esta razón, cuando no hay entendimiento entre las partes que discuten sobre un determinado tema de interés público, es que probablemente haya algo en los ejercicios discursivos de ambas que está entorpeciendo el debate e impidiendo que el mismo arribe a buen puerto.Incluso suele ocurrir que muchos debates están planteados desde un comienzo en los términos equivocados, por lo que se hace muy difícil encausarlos en el camino. Esa sensación me quedó a mí con el reciente debate sobre la despenalización del aborto terapéutico, que como era de esperar, quedó en nada.
El debate sobre la despenalización del aborto terapéutico se conceptualizó desde un comienzocomo un tema de vida o muerte, en donde los que estaban en contra eran “pro- vida” y los que estaban a favor eran asesinos insensibles. La dicotomía vida (no al aborto)/ muerte (sí al aborto) condenó el resultado de la discusión, inclusive antes de que comenzara, al más rotundo fracaso.
Cabe preguntarse entonces ¿Es el aborto una cuestión de vida o muerte? En absoluto. Por lo mismo, dar concontradicciones en los discursos de los distintos actores que se vincularon de forma directa o indirecta al debate es más fácil de lo que parece.
En el caso de los supuestos grupos “pro- vida”, éstos no son tal, pues si realmente estuvieran a favor de ella, apoyarían el aborto en aquellos casos donde la vida de la madre corre riesgo producto de dar a luz a un bebé que también posiblemente muera.Incluso, podríamos hilar más fino y buscar la inconsecuencia no sólo en el discurso, sino en la praxis misma de los miembros de estos grupos.
Quiero creer que aquellas personas que se involucran en campañas anti- aborto, por ejemplo, no consumen alcohol ni tabaco, no practican deportes de contacto brusco y no se alimentan de comida chatarra, porque de lo contrario no tiene sentido abogar por elrespeto a la vida de otros si ni ellos mismos son conscientes de cuidar su propia vida de elementos a todas luces nocivos para ella.
Así que el primer paso para destrabar el debate es dejar de hablar de grupos “pro- vida” y referirse a ellos como lo que realmente son: grupos anti- aborto, nada más y nada menos.
En el caso de aquellas personas que están a favor del aborto terapéutico, tambiénreina una confusión.
Legalizar el aborto no es sinónimo de fomentarlo, promoverlo o elevarlo a la categoría de primera opción ante cualquier caso de embarazo no deseado. Lo anterior trae implícito consigo el erróneo supuesto que de ser despenalizado, va a ocurrir una epidemia de mujeres que abortarán casi como si fuera un deporte.
Al respecto, estadísticas de los Ministerios de Salud depaíses europeos y latinoamericanos que tienen despenalizado el aborto terapéutico indican que la cifra anual de éstos no sobrepasa los 30 casos, y donde el 90% o más se realizan por razones estrictamente médicas.
La contradicción de los grupos que están a favor de legislar sobre el aborto terapéutico está un poco más soterrada. Lo que ocurre aquí es que los grupos buscan legalizar el aborto para unnúmero extremadamente ínfimo de mujeres, vale decir, sólo aquellas que estén expuestas a la ya mencionada dicotomía vida o muerte.
Cualquier otra causal de embarazo no deseado (por ejemplo, violación) queda fuera del paraguas de un aborto que se desea aprobar con un apellido (terapéutico) que sólo acepta criterios médicos, desconociendo factores económicos, sociales y culturales igualmenterelevantes. Queda entonces la duda de si se está luchando por un derecho o un privilegio.
Así que el segundo paso para destrabar el debate es dejar de hablar de “aborto terapéutico” y avanzar en la legislación de un aborto universal que se haga cargo de regular la diversidad de casos y variables que configuran un embarazo no deseado, o que ameritan la interrupción del mismo.
Desde ambos...
Soy un convencido de que la semántica construye realidad. Por esta razón, cuando no hay entendimiento entre las partes que discuten sobre un determinado tema de interés público, es que probablemente haya algo en los ejercicios discursivos de ambas que está entorpeciendo el debate e impidiendo que el mismo arribe a buen puerto.Incluso suele ocurrir que muchos debates están planteados desde un comienzo en los términos equivocados, por lo que se hace muy difícil encausarlos en el camino. Esa sensación me quedó a mí con el reciente debate sobre la despenalización del aborto terapéutico, que como era de esperar, quedó en nada.
El debate sobre la despenalización del aborto terapéutico se conceptualizó desde un comienzocomo un tema de vida o muerte, en donde los que estaban en contra eran “pro- vida” y los que estaban a favor eran asesinos insensibles. La dicotomía vida (no al aborto)/ muerte (sí al aborto) condenó el resultado de la discusión, inclusive antes de que comenzara, al más rotundo fracaso.
Cabe preguntarse entonces ¿Es el aborto una cuestión de vida o muerte? En absoluto. Por lo mismo, dar concontradicciones en los discursos de los distintos actores que se vincularon de forma directa o indirecta al debate es más fácil de lo que parece.
En el caso de los supuestos grupos “pro- vida”, éstos no son tal, pues si realmente estuvieran a favor de ella, apoyarían el aborto en aquellos casos donde la vida de la madre corre riesgo producto de dar a luz a un bebé que también posiblemente muera.Incluso, podríamos hilar más fino y buscar la inconsecuencia no sólo en el discurso, sino en la praxis misma de los miembros de estos grupos.
Quiero creer que aquellas personas que se involucran en campañas anti- aborto, por ejemplo, no consumen alcohol ni tabaco, no practican deportes de contacto brusco y no se alimentan de comida chatarra, porque de lo contrario no tiene sentido abogar por elrespeto a la vida de otros si ni ellos mismos son conscientes de cuidar su propia vida de elementos a todas luces nocivos para ella.
Así que el primer paso para destrabar el debate es dejar de hablar de grupos “pro- vida” y referirse a ellos como lo que realmente son: grupos anti- aborto, nada más y nada menos.
En el caso de aquellas personas que están a favor del aborto terapéutico, tambiénreina una confusión.
Legalizar el aborto no es sinónimo de fomentarlo, promoverlo o elevarlo a la categoría de primera opción ante cualquier caso de embarazo no deseado. Lo anterior trae implícito consigo el erróneo supuesto que de ser despenalizado, va a ocurrir una epidemia de mujeres que abortarán casi como si fuera un deporte.
Al respecto, estadísticas de los Ministerios de Salud depaíses europeos y latinoamericanos que tienen despenalizado el aborto terapéutico indican que la cifra anual de éstos no sobrepasa los 30 casos, y donde el 90% o más se realizan por razones estrictamente médicas.
La contradicción de los grupos que están a favor de legislar sobre el aborto terapéutico está un poco más soterrada. Lo que ocurre aquí es que los grupos buscan legalizar el aborto para unnúmero extremadamente ínfimo de mujeres, vale decir, sólo aquellas que estén expuestas a la ya mencionada dicotomía vida o muerte.
Cualquier otra causal de embarazo no deseado (por ejemplo, violación) queda fuera del paraguas de un aborto que se desea aprobar con un apellido (terapéutico) que sólo acepta criterios médicos, desconociendo factores económicos, sociales y culturales igualmenterelevantes. Queda entonces la duda de si se está luchando por un derecho o un privilegio.
Así que el segundo paso para destrabar el debate es dejar de hablar de “aborto terapéutico” y avanzar en la legislación de un aborto universal que se haga cargo de regular la diversidad de casos y variables que configuran un embarazo no deseado, o que ameritan la interrupción del mismo.
Desde ambos...
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