El aborto
El Aborto
Bioética, Eutanasia, Ingeniería Genética y Clonación o el Poder de
Dios en Manos de los Hombres.
Profesor Novas.
Buenas noches, compañeras y compañeros, ¿cómo se encuentran?, me imagino que bien al menos esa fue la impresión que recibí al
llegar. Supongo que ese buen ánimo tiene mucho que ver con el tema
que trataremos esta noche.
En esta ocasión, hemos decidido dividir ladiscusión de la problemática en cuatro momentos distintos: el Aborto, la Eutanasia, Ingeniería
genética y Clonación; por lo amplio y complejo que resulta el tema propuesto. Pues, así como lo anuncia el título: «Bioética, eutanasia, la
ingeniería genética, podría convertirse en el poder de Dios en manos de
los hombres o el fin de la humanidad que hemos conocido».
Estamos conscientes que a muchos deustedes el tema propuesto
les parecerá distante de nuestra realidad y en cierto sentido de poco
interés de lo cual nos enteramos a través de los medios de comunicación masiva. Sin embargo, el filósofo debe tener presente siempre la
expresión de Terencio: «nada humano me es ajeno»; por tanto, es misión nuestra reflexionar sobre todo aquello que al ser humano ocupa y
preocupa.
Por la razónmencionada, esta noche analizaremos los conflictos
existenciales y morales generados en una familia dominicana, obligada
a decidir entre el derecho a la vida de un niño no nato, el cual podría
nacer del vientre de una de sus hijas, violada salvajemente por un haitiano,
y sus valores morales, religiosos, familiares.
El caso que les contaré esta noche ocurrió en La Colorada, una
sección del Municipio deImbert, provincia Puerto Plata, el día 15 de
marzo del 1996, cuando, como de costumbre, Janet Rivera marchaba
contenta y apresurada rumbo al Liceo Secundario Juan Nepomuceno
Ravelo, de Bajabonico, pues ese día tenía un examen de Literatura, su
materia favorita, y se le había hecho tarde por haberse acostado de
madrugada estudiando.
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Este esfuerzo exagerado por mantener buenas calificaciones estabasustentado en su juvenil deseo de ser cuentista, como el Profesor
Juan Bosch, y en la promesa que le había hecho su padre de enviarla a
la Universidad a estudiar Literatura. Pero ese día Janet no llegaría a su
destino porque la fatalidad ya se había fijado en ella; unas semanas
atrás, cuando un chofer del transporte interurbano, de origen haitiano, al
que le decían El Pecusio, ensañó susprimitivos instintos en la frescura
de su inocente y juvenil belleza.
Y, como dice la gente de mi campo, desde el día en que El Pecusio
la vio en la entrada de La Colorada junto a sus compañeros de estudios,
decidió montarle guardia en espera de encontrarla sola. Ese viernes fue
el día esperado, pues ella, como señalamos anteriormente, con el afán
de mantener buenas calificaciones, se había acostado demadrugada,
estudiando para el examen del día siguiente, y por esta razón, sus compañeros, que siempre la esperaban, se vieron obligados a irse sin ella,
siempre con la esperanza de que los alcanzara en la carretera mientras
esperaban vehículos y, como ocurren las cosas cuando la fatalidad nos
acecha, ese día los muchachos encontraron transporte en el primer
vehículo que pasó, algo que casi nuncaocurría.
Cuando El Pecusio observó que Janet estaba sola y que lucía ansiosa por encontrar transporte, sintió que la sangre se le calentaba, que
el corazón se le aceleraba; estaba como poseído, loco de emoción, y
sin pensar en las consecuencias de su acción, puso en marcha su
vehículo y se detuvo frente a ella ofreciéndose a llevarla, oferta que ella
aceptó sin pensarlo dos veces, dada la necesidadque tenía de llegar a
tiempo al examen. Subió al vehículo y dijo al chofer «que bueno que
usted apareció señor; gracias Dios mío, tú nunca le faltas a tus hijos»; ella nunca imaginó que ese carro era la barca de Caronte, porque
ese mismo día morirían, su inocencia y sus sueños.
Tomó conciencia de esta realidad cuando el vehículo cruzó la curvita
de la casa de Valentina, la del Padrino Ramírez, y...
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