El abuelo huraño

EL ABUELO HURAÑO Y SOLITARIO
Por Jerónimo Gil Otálora
Aquella tarde, un poco fría, haciendo una corona, el grupo de niños, alrededor del lecho del anciano, se dejó escuchar en el silencio unsollozo prolongado. Las manos suaves, débiles y callosas que antes fueran vigorosas, se desgonzaron sobre la sábana raída y sucia. Su rostro otrora agrio, parecía ahora dulce y mustio. El alma del abuelohabía volado hacia lo alto. El viejo avaro acaba de expirar. Un nudo de emociones brillaron en las caras infantiles: sorpresa, compasión y tristeza. Todos compartían una capa de pesadumbre, había en elfondo un poco de dolor. De los rosados y apretados labios se escapaba en silencio una corta oración. Uno a uno fueron saliendo con la cabeza baja, sin cruzar palabra.En aquel bello lugar existía unhombre cargado de años, que encorvaban su esquelética espalda. Detrás de sus brillantes y azules pupilas se anidaba nostalgia, cansancio, dolor y frustración. Ante la comunidad el anciano erasolitario, avaro y huraño. Hombre de pocos amigos, de vida rara, austera y solitaria. Poseía una casa grade, de estilo americano, con un hall al que se entraba por unas gradas de madera. Las ventanaspequeñas dejaban entrar un poco de luz. Algunas telarañas colgaban de las cortinas llenas de polvo y de años. Un gran huerto surtido de grama verde y maleza desordenada, rodeaba la vetusta mansión.Duraznos, cerezos y manzanos, cargados de frutos sabrosos, eran la gran atracción de los niños del vecindario. Un perro igualmente anciano, de pelo sucio y largo y de ojos moribundos, de boca grandeamenazaba con sus feroces colmillos. Ladraba todavía con fuerza y era tan huraño como el viejo. Ningún niño se atrevía a pasar por frente de la cerca de madera porque el perro se lanzaba fiero y atrevido.Mejor pasar lejos por la opuesta acera de la vía. Sin embargo, los niños, se ingeniaban la manera de distraer al perro para saltar la cerca y correr hacia los arboles a tomar las tentadoras frutas....