El Accidente De La Central Nuc
Un antes y un después para la industria nuclear española
PRIMERA PARTE
Historia de un accidente anunciado
El 25 de Agosto de 2004 sonaban las alarmas en la central nuclear de Vandellós II
cuando saltaba por los aires una tapa de registro de la tubería de 80 centímetros de
diámetro del tren B del sistema de agua de refrigeración de servicios esenciales,
abreviado por las siglas EF. A pesar de lo mucho que se ha escrito desde entonces sobre
este accidente, año y medio después todavía se hecha en falta una valoración detallada y
veraz de los verdaderos daños sufridos por los sistemas de seguridad de la central,
sometidos durante muchos años a la corrosión del ambiente marino ante la pasividad de
los dueños de la central y del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), organismo
encargado de garantizar que las nucleares funcionan de manera segura. Este artículo, el
primero de una pequeña serie de dos, pretende aportar esa visión de conjunto que se
echa en falta sobre todos los avatares alrededor de este oscuro accidente, en un recorrido
que se inicia en el momento del accidente y culmina con el arranque de la central
después de ser parada para reparar los daños existentes.
Seguramente detrás del tupido manto de niebla que rodea al accidente, en el que han
sido moneda de curso común las ocultaciones, medias verdades y mentiras sin ambages,
propiciadas tanto por la central como por el propio CSN, se esconden los pingües beneficios que generan las centrales nucleares y la connivencia del organismo regulador
con la industria nuclear, de la que forma parte sin solución de continuidad, como un
eslabón más de la cadena. Al menos esto es lo que denuncian los ecologistas de
Greenpeace España, que han jugado un papel destacado en hacer llegar a la opinión
pública lo que de otra forma muy probablemente hubiese pasado como un mero
incidente sin mayor importancia, excepto, tal vez, para los profesionales del sector.
Antes del 25 de agosto, la organización de la central había cuidado de hacer todo lo
posible para ocultar al CSN la corrosión existente en el sistema EF, a pesar de que tenía
conocimiento de los primeros indicios de lo que terminaría por ser un grave problema desde nada menos que 1993. Indicios que, con el paso del tiempo, se extenderían como
la metástasis de un cáncer imparable a lo largo y ancho de este sistema y en paralelo por
otros muchos sistemas y componentes importantes para la seguridad. En el 2000,
INITEC, la empresa contratada para el mantenimiento del sistema EF, emitió un informe en el que advertía seriamente a la central de las pésimas condiciones en las que
se encontraba él sistema. No era ésta la primera vez que esta empresa emitía un informe
tan negativo sobre el estado del sistema, pero los responsables de la central,
probablemente hartos de recibir advertencias, decidieron cortar por lo sano, y, con la excusa de reducir de costes, cambiaron de empresa de mantenimiento. La política de
avestruz de la central, que a la postre le ha resultado tan cara, entonces le siguió
funcionando por unos años más, porque REYCO, la nueva empresa de mantenimiento,
no pareció darle tanta importancia a la progresiva degradación del sistema EF.
En el mes de mayo de 2004, tan sólo unos meses antes del accidente, ocurrió un
antecedente determinante que, de haberse analizado con todo el rigor necesario, muy
probablemente habría evitado el fatal desenlace. Los operarios de la central detectaron
una fuga de agua exactamente en el mismo punto del sistema EF en el que después
ocurriría el accidente de agosto. En aquel momento, las reiteradas advertencias de
INITEC ...
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