El acero

Las hachas devoraban los escudos, las alabardas desagarraban las armaduras y perforaban la blanda carne; girando de un lado al otro dejando una delgada estela de sangre tras de sí. Los ojos perdíanbrillo y las gargantas se desgarraban al gritar. En medio de la masacre resaltaba él, a pesar de ser anciano aún tenía fuerza suficiente como para destrozar la cabeza de cualquiera con tan solo ungolpe de su puño. Aún lograba exponer al mundo su deseo de sangre, devorando las almas de aquellos a quienes golpeaba con su gran maza de combate. Un soldado de armadura de baja calidad y un árbol en elblasón de su casa intentó asestar un torpe golpe con una espada mellada contra la nuca que se encontraba cubierta por una gruesa placa de acero negro, igual que el resto de la armadura. Thorul sonrióbajo el yelmo con forma de cabeza de dragón, levantó la maza y asestó un golpe que destrozó el cráneo y el cuello de su víctima. No tuvo tiempo de disfrutar su reciente asesinato, un cuerno de batallasonó con dos tonadas largas, tristes, fúnebres y comprendió que habían ganado; el Rey, su esposa e hijos habían caído.
Se retiró el Yelmo tallado de acero negro y dejó caer una espesa cabellera tannegra como su armadura, como su alma; tan desarreglada y rebelde como su propia alma. Apoyó la maza contra su hombro y luego de observar como los guerreros restantes se rendían y eran ejecutados,sólo unos pocos huyeron para buscar refugio en el espeso bosque. Emprendió la caminata hasta donde se encontraba el Comandante Nordgald, joven, menudo y atlético pero con una valentía que ninguno, aexcepción de Thorul, poseía a sus 19 años de edad. Lo saludó con tono hosco, casi ladrando.
-Así que ya ha acabado ésta farsa.
-Ser Thor, no sé de qué me habláis.- Thorul nunca había visto al jovencapitán tan cansado y orgulloso como en ese momento. Nord le dio una sonrisa honesta pero triste- Los perros del estado sólo nos podemos limitar a obedecer ¿O tantos deseos tenéis de que os vuelvan a...