El activismo LGTB+ y el feminismo: dos luchas hermanas
Hace unos días me preguntaron si pensaba que todos los gays –entendiendo “gay" como cualquier hombre no heterosexual, supongo– deberían ser feministas. La pregunta me hizo recordar comentarios y actitudes machistas que había visto en las redes sociales a personas que estaban dentro del activismo LGTB+ (lésbico, gay, transexual,transgénero, bisexual, pansexual, intersexual, queer, etc) , o incluso un miembro de una asociación LGTB+ que me había comentado que a él todo lo que tuviera que ver con “bolleras” le daba igual, que en su asociación se abstenía en las votaciones cada vez que se trataba un tema de empoderamiento lésbico. Lo cierto es que me sorprendió bastante, porque este chico sí que está concienciado con la lucha contrala homofobia y con el activismo gay, pero al parecer se queda en eso, le faltan el resto de las letras y le falta comprender que su lucha es la misma que la de las “bolleras”. Espero que algún día lo consiga.
Volviendo a la pregunta inicial, sobre si todos los gays deberían ser feministas, es fácil de responder: todas las personas, ya sean hombres, mujeres o personas de otros sexos no binarios–que existen, por invisibilizados que estén– deben ser feministas, porque entiendo que todo el mundo debería defender la justicia y la igualdad, incluso aunque eso acabara con sus privilegios de género. Pero creo que la pregunta iba dirigida a si yo creía que el feminismo beneficia a los hombres no heterosexuales, más allá de un apoyo desinteresado a las mujeres en pro de la igualdad. Por supuestoque es así, todas las personas LGTB+ deberían ser en mayor o menor medida activistas LGTB+, y eso implica ser también feministas, ya que el feminismo y el activismo LGTB+ son dos luchas hermanas, que luchan contra lo mismo y usan las mismas armas. Para entender esto tenemos que profundizar en cómo se nos educa, no sólo en las aulas, sino en los medios de comunicación, en la publicidad, en nuestrocírculo de amigos y amigas, en nuestra familia, etc.
Si nos paramos a pensarlo, es sorprendente lo inmensamente arraigadas que están la heteronormatividad, la cisnormatividad y el patriarcado en nuestra sociedad, incluso muchas personas que no son para nada machistas, homófobas ni tránsfobas, casi sin darse cuenta asumen esos valores y esa cultura patriarcal (que representa al hombre como superior ala mujer), heteronormativa (que muestra la heterosexualidad como norma y orientación sexual única) y cisnormativa (que muestra la cisexualidad, es decir, la no transexualidad, como norma e identidad de género única).
Desde el momento en que nacemos se nos asigna un sexo en función de nuestros genitales (discriminación por identidad de género), un sexo que sólo puede ser binario: o bien masculinoo bien femenino, y que lleva consigo todo un lote de roles de masculinidad o de feminidad en cada caso, unos roles que tenemos que cumplir, para ser “hombres masculinos” y “mujeres femeninas” (discriminación por expresión de género), y que hacen que estos dos géneros sean opuestos, como la noche y el día. Y claro, el hombre siempre es superior a la mujer y está por encima de ella, la domina(machismo). Pero la cosa no se queda ahí. Al heteropatriarcado y a la cultura heteronormativa y cisnormativa no les basta con imponerte un género y una forma de ser y de actuar que tienes que seguir a menos que quieras quedarte fuera y ser discriminado/a. También te dicen cómo tienes que amar, ya que la única relación posible entre dos personas es la heterosexual (discriminación por orientación sexual)y la única familia posible, válida y verdadera es la familia heteroparental, esa que llaman “familia tradicional” y que muy tradicional no debe ser cuando ese modelo de núcleo familiar basado en padre, madre e hijos/as sólo existe desde el siglo XIX –en Roma se consideraban miembros de la familia incluso a los esclavos–. Todo lo que se salga de esta concepción tan cerrada del género, de la...
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