El Adiós

El adiós

Por Miguel Ángel Casillas Barajas

A ellos, en sus tiempos de lucidez, jamás los pude tomar por sorpresa,
De hecho, era más fácil que a mi me pillasen alguna vez desprevenido a que yo pudiera sorprenderlos a ellos infraganti. Já, Já, ¡ah!, ah, mis entrañables amigos.
¡Ese par de granujas! Si que han vivido de lo lindo junto conmigo, y han sido testigos mudos de todas misaventuras. Muy aseados los canijos, muy observadores y ordenaditos pero inquietos y juguetones como perritos falderos con lombrices, aunque también debo decirlo: Eternamente solidarios y dispuestos a todo.

En sus tiempos mozos, ellos siempre prestos a actuar sin limitación alguna y a cualquier hora, que yo se los solicitara.
Porque simplemente… creo que así deben ser los amigos ¿que no?casi…casi… desinteresados. (¡Si Tú!) Y de ellos dos, debo decirles con mucho orgullo que para seguirme en mis travesuras llenas de estupideces como confeti en el carnaval; ellos nunca se opusieron, ni tan siquiera se atrevían a expresar alguna excusa ni objeción. Eran tan fieles y solidarios conmigo, que bueno, ni en los días festivos me abandonaban.

Tal vez, por su espíritu andariego opor el brete mismo de disfrutar de mis andanzas o la misma complicidad de andar juntos en la bohemia,
O… quizás simplemente por metiches, ¡que se yo! Lo que si les puedo decir de ellos dos, es que jamás se despegaban de mi ni un solo segundo. ¡Y el colmo!, no me los podía quitar de encima pepenados a mi como garrapatas. Incluyendo las noches de exquisita bohemia, cuando juntos nosperdíamos hasta el amanecer.

¡Ah! Como recuerdo aquella noche romántica en que fuimos a llevar serenata. Ahí estábamos bajo el balcón cantando las más tiernas melodías de amor a una bella mujer, Já, Já. Solo que no estaba la chica había salido al cine, y llegó justo cuando yo pretendía cantarle la canción de despedida: ¡oh desilusión! Al mirar a la ilusa pretensa, me puse a temblar como pajarillorecién bañado, y a consecuencia de ello, de mi garganta no salieron los sonidos, y para acabarla de amolar, poco después un aguacero infame terminó con la bohemia de tajo. Solo faltaba en esa noche trágica, que pasara en ese preciso instante un perrillo callejero de esos que deambulan de a montón por las calles de Tepic haciéndose pipí en cada poste, y que se le ocurriese descargar sus fétidoslíquidos en mí, como para rematarme.

Decepcionados por el rotundo fracaso, encaminamos nuestros pasos de regreso chapoteando en los charcos de agua de lluvia sin dejar uno solo vivo, de improviso, empezamos juntos a beber tequila, a bailar y a cantar sin parar, riéndonos y llorando a carcajada abierta bajo la lluvia, emulando al mismo Fred Astaire, en aquella maravillosa película“cantando y bailando bajo la lluvia.” Já, Já, Já ¡A Que noche de serenata llena de bohemia, música y vino señores!

Al día siguiente, tumbado en mi cama preso de un fuerte resfriado y de una resaca de los mil demonios, los observaba a ellos quietecitos asoleándose como viejitos recién bañados y aplicándose crema en la piel para secar su marchito y deteriorado cuerpo y así mitigar un pococualquier vestigio de esa fragorosa noche de bohemia un tanto húmeda.

¡Uh! y déjenme decirles, que mis dos entrañables y queridos amigos, si que eran muy apasionados también para el arte y la música. Recuerdo como disfrutaban cualquier evento de estos, nunca escatimaron tiempo, ni disponibilidad. Ellos siempre me invitaban llenos de entusiasmo a seguirlos a ver esos espectáculos ¡a donde fuera!,así hubiera sido una función de teatro en china, o un concierto de rock en Italia. Después de cada evento, salíamos eufóricos comentando las incidencias, aunque ellos respetuosos, siempre se mantenían callados muy atentos escuchando mi conversación en el más profundo de los silencios.

Así era nuestra convivencia diaria. He de confesarles que nuestra amistad era tan arraigada...