el agua
Otoño dorado, Isaac Levitan (1895)
Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez alos seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te lahas llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo –esto es un don–, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.
Sima de amor
La vigilia de la valquiria, Edward Roberts Hughes (1851-1914)
Resbalando por esta simaumbrosa,
yendo sin freno el pie tras la mirada,
la mano tanteando en piedra helada,
y presa la mirada en lumbre hermosa,
por esta sima voy. ¿Qué luz undosa
de antorchas te me muestra, mi ignorada?
¡Oh inofensiva unión y peligrosa
la de la llama a la pupila atada!
Todo al revés se ve, y a la deriva,
por esta oscuridad que luz trasciende
donde el misterio del amor estriba.
Y si la muertesiento que en mí prende,
también me gozo al verla ardiendo viva
si los caminos de tu alma enciende.
El pino de la Corona
Casa de verano de Fuentepiña (Moguer)
Foto: www.fundacion-jrj.es/lugares/fuentepina
Dondequiera que paro, Platero, me parece que paro bajo el pino de la Corona. Adondequiera que llego —ciudad, amor, gloria— me parece que llego a su plenitudverde y derramada bajo el gran cielo azul de nubes blancas. Él es faro rotundo y claro en los mares difíciles de mi sueño, como lo es de los marineros de Moguer en las tormentas de la barra; segura cima de mis días difíciles, en lo alto de su cuesta roja y agria, que toman los mendigos, camino de Sanlúcar.
¡Qué fuerte me siento siempre que reposo bajo su recuerdo! Es lo único que no ha dejado, alcrecer yo, de ser grande, lo único que ha sido mayor cada vez. Cuando le cortaron aquella rama que el huracán le tronchó, me pareció que me habían arrancado un miembro; y, a veces, cuando cualquier dolor me coge de improviso, me parece que le duele al pino de la Corona.
La palabra magno le cuadra como al mar, como al cielo y como a mi corazón. A su sombra, mirando las nubes, han descansadorazas y razas por siglos, como sobre el agua, bajo el cielo y en la nostalgia de mi corazón. Cuando, en el descuido de mis pensamientos, las imágenes arbitrarias se colocan donde quieren, o en esos instantes en que hay cosas que se ven cual en una visión segunda y a un lado de lo distinto, el pino de la Corona, transfigurado en no sé qué cuadro de eternidad, se me presenta, más rumoroso y más giganteaún, en la duda, llamándome a descansar a su paz, como el término verdadero y eterno de mi viaje por la vida.
Un despertar de Moguer
Retrato de Juan Ramón Jiménez, Joaquín Sorolla (1903)
Bajo mi sol, mi mañana ¡qué alegre mi viña fresca,
con mi río amoratado entre mi marisma y Huelva!
A la sombra de mis pinos, por mi honda carretera,
mi jente se entra despacio,aquí y allá, por mis tierras.
Y en mi colina dorada de mi sol, mi primavera,
entre mi humo, Moguer, mi Moguer blanco despierta.
Pero tengo un tú sin mí, una sílaba desierta
como mis cuatro horizontes: mar, colina, pino, sierra.
Volveremos a vernos
Volveremos a vernos donde siempre es de día
y los feos son guapos y eternamente jóvenes,
donde los...
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