el agua
Los conquistadores entraron en la gran Tenochtitlán la lluviosa tarde del 13 septiembre de 1521, todo lo arrasaban a su paso. Dueños de la ciudad, se entregaron al más desenfrenado saqueo, derribaron templos, rompieron ídolos, y no satisfechos con eso, exigieron más riquezas a don Hernán Cortés, quien accedió a darlestierras, indias y trabajadores en repartimiento como premio a su valor; con aquello hubieron de conformarse los soldados, dando origen al odioso sistema de encomiendas.
Era aquel uno de los más feroces conquistadores, a quien en el repartimiento se la había dado el palacio de uno de los caciques de la gran Tenochtitlán, sus órdenes eran obedecidas al punto; esto lo demuestra el caso de Huitzil, que fuepríncipe en la corte de Cuauhtémoc, cuando fue llevado ante este hombre, no pidió misericordia para el destino que le esperaba, a lo que los ojos de don José María brillaron de disgusto, amenazándolo con mandarlo al infierno si no le revelaba el escondite de los tesoros; el azteca permaneció silencioso y el conquistador, fuera de sí, lo mandó al martirio. Éstos hechos tuvieron lugar en el año de1530, año memorable por haber sido el de la llegada de la II audiencia que gobernó Nueva España, presidida por don Vasco de Quiroga y Ramírez de Fuenleal; desde su llegada, estos caballeros se dedicaron a poner coto a los desmanes de los encomenderos, dictando leyes justas y severas, en donde se exigía protección para los indígenas de los españoles.
Algo alivió en parte las tribulaciones de losindios esta segunda audiencia, pero hombres como Lozano y Quesada no hacían caso de sus leyes; a pesar de que la hacienda del encomendero presión más, se cuenta que en su lecho de muerte clamaba todavía por más riquezas, y antes de poder decir sus últimas palabras, don José María ya no podía contestar y su hijo salió del recinto en busca de un eclesiástico que viniera auxiliarlo; de repente losojos del moribundo se clavaron de pronto en una esquina de la habitación, lanzando un espantoso alarido: era nada menos que el horrísono espectro del príncipe Huitzil, que parecía contemplarlo con los ojos llameantes y acusadores . Don José María lo vio acercarse, acercarse... la espectral y descarnada mano del indígena se alargó hasta tocar la garganta del moribundo, quien dando un horrible gemidoexpiró. Momentos después don Ventura (hijo) y el sacerdote entraron, llamando su atención el rostro aterrorizado del recién fallecido y la marca que tenían el cuello, el religioso sintió un escalofrío al ver aquellas huellas espectrales en el cadáver de don José María; en esos momentos don Venturas se santiguó y distraídamente miró hacia la esquina de la habitación, donde se le reveló una espantosavisión: ¡era el príncipe Huitzil nuevamente! Sin embargo el sacerdote bendijo la habitación y rezo todas las exequias que creyó pertinente cero sufragios del alma del difunto. Se hicieron al encomendero solemnes funerales y durante el novenario los cofrades pidieron oraciones por el descanso de su alma, en tanto su hijo entró poco después en posesión de los bienes de su difunto padre,sorprendiéndose el mismo de lo cuantiosos que eran.
Siguiendo los pasos de su progenitor, pero ahora corregido y aumentado, don Ventura fue más duro y cruel con sus peones, dejando éstos el purgatorio para entrar en el mismísimo infierno; y al igual que el difunto, también era demasiado codicioso, recordando con frecuencia las últimas palabras de don José María. Decidido a encontrar los tesoros, dio tormentoa infinidad de indios, pero nada saco en claro. Lejos estaba de imaginar que entre sus actuales trabajadores se encontraba nada menos que el hijo del infortunado azteca, un mozalbete de escasos 18 años que ocultaban celosamente su identidad; pero la suerte quiso que se cruzara en su camino doña Mencía, una preciosa jovencita de 15 años hija del hacendado, que lo buscaba con frecuencia para que...
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