el aguijon del diablo

Páginas: 114 (28321 palabras) Publicado: 10 de junio de 2013


Ricardo Alcántara

El aguijón del diablo



Desde hace un tiempo, Gustavo no aparece por el instituto, se encierra en su habitación mantiene una actitud hostil.
Sólo cuando su madre, una mujer de vida aparentemente tranquila, asuma la cruda realidad y la profunda crisis que atraviesa su familia -un matrimonio que se viene abajo, un hijo drogadicto...-, podrá reunir fuerzas para luchare intentar evitar el desastre.
Ricardo Alcántara aborda en “El aguijón del diablo” el delicado tema de las drogas.
“Ricardo Alcántara” nació en Montevideo, Uruguay, en 1946.# En su juventud fue actor de tele5# novelas y vivió en Brasil, desde donde dio el salto a España.
Cuando estaba a punto de acabar la carrera de Psicología, se dio cuenta de que en realidad deseaba ser escritor. Estedescubrimiento fue tan impactante que cambió el rumbo de su vida e inició así su andadura en el mundo de la literatura infantil y juvenil, en el que sigue actualmente. Ha recibido prestigiosos premios, como el “Lazarillo”.
En cada uno de sus libros intenta condensar un momento especial, una búsqueda, un sentimiento, reflejar una ruptura con un aspecto de la realidad que no le gusta, y ofrecer unaalternativa que, aunque imaginaria, sea más esperanzadora.





Para Rosa María Curtó, con mi amistad.



Uno

Gustavo se marchó dando un portazo y Joaquina quedó como clavada en medio de la sala. En su cabeza resonaban, con tal fuerza que le hacían daño, las palabras de su hijo: “¡Vete a la mierda! ¡Déjame en paz!”.
Joaquina estaba desconcertada, incapaz de adivinar qué sucedía.
Todoaquello era demasiado incomprensible para ella. De repente su vida se había complicado tanto que por momentos sentía la necesidad de gritar de impotencia. Pero claro, no lo hacía; ¿qué dirían los vecinos si la oyeran chillar como una loba rabiosa?
Inmóvil en medio de la sala, notaba que las piernas le temblaban. “Cuando venga Ramón hablaré con él. Esto no puede seguir así”, se dijo, aunque enrealidad le daba cierto reparo explicarle a su marido lo que sucedía; él era tan drástico... No sabía qué hacer. A pasos lentos se encaminó a la cocina.
Abrió la nevera y, tras echar una ojeada, decidió que aunque no fuese domingo haría canelones. Eso la mantendría entretenida un buen rato y mientras estuviera guisando no pensaría en otra cosa. Además, los canelones eran el plato preferido de Gustavo.Claro que a Fernando también le gustaban. “Pobre hijo, con los dolores de cabeza que me causa el otro, casi no me ocupo de él”, se dijo.
Meneó la cabeza, resignada.
Encendió la radio y se puso a la tarea. Cuando tenía la fuente lista para meterla en el horno, llamaron a la puerta.
“¡Debe de ser Gustavo que con las prisas ha olvidado sus llaves!”, pensó esperanzada, y corrió hacia la puerta.Pero no era Gustavo quien llamaba sino su vecina Martha, que vivía en el mismo rellano, en el quinto tercera.
—Hola, querida, cada día estoy más despistada -dijo al entrar-.
¡Soy un caso perdido! Fíjate que iba a hacer una tortilla y no tengo huevos. ¿Me podés prestar un par?
Es para no tener que bajar a comprar con esta facha, ¿entendés?
—Pasa.
—¡Oh, qué bien huele! ¿Qué estás haciendo?—Canelones.
—¡Qué ingeniosa, che! Me parece muy ocurrente celebrar el domingo en medio de la semana. O festejar las navidades en mayo o en julio, siempre y cuando te hagan algún regalito, ¿no te parece?
—Yo...
—Pero, ¿qué te pasa? No sé..., ¡te noto muy desanimada!
—No, nada...
—El que nada no se ahoga, querida, y a vos te pasa algo.
Desembuchá que soy toda oreja.
Joaquina aspiró hondo. Dudaba.Pensaba que desahogándose con Martha quizá conseguiría un poco de alivio, y que hablar del asunto tal vez la ayudase a ver las cosas más claras. Pero... “No, la ropa sucia se lava en casa”, se dijo finalmente, desviando la mirada.
—Vamos, mujer, no te hagas de rogar -insistió Martha-. Acaso no sabés que con la boca cerrada no se llega a ninguna parte. En mí podés confiar, soy una tumba.
—No ha...
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