El aleph

“El Aleph”
Jorge Luis Borges

El fascismo, así como cualquier sistema totalitario, tiene un tinte maquiavélico. Si analizamos detenidamente la ideología de este tipo de proyectos políticospodemos encontrar características que cualquier otro sistema con métodos diplomáticos no lograría realizar, como son un nacionalismo fuertemente arraigado, aparente igualdad, solidaridad y orden, elproblema entonces no son los fines sino los medios que los dirigentes utilizan para conseguirlos como nos señala Borges: “Sé de quienes obraban el mal para que en los siglos futuros resultara el bien”,pero es aún más alarmante el hecho de que lo hagan sin el menor remordimiento, sin la menor culpa, es decir, con total convencimiento de que no existe otra forma de preservar la seguridad del Estado yque por ello vale la pena entregar no sólo la propia vida, sino la suerte de toda una nación.

En los gobiernos totalitarios la individualidad es insignificante, se coartan todos y cada unode los derechos, tanto personales como sociales, no hay espacio para la libre asociación, la censura es rígida, no existe libertad de culto ni libertad de expresión, ante cualquier motín no dudan enreaccionar con severidad, mucho menos cave la idea de la libre imprenta, cada cabeza es un mundo y cualquier palabra, cualquier idea podría ser germen del fin del sistema y en el fascismo para lograr laobediencia de las masas, más que persuadir con discursos políticos, los dirigentes, por medio de la fuerza imponen lo que creen conveniente, actúan con la esperanza de ser comprendidos y con laseguridad de que finalmente la historia los absolverá.

El régimen disciplinario de los sistemas totalitarios más que una estrategia es un credo, la implacable fuerza con la que se conducen losgobernantes no es más que para dar un ejemplo de fortaleza, ya que consideran a la piedad y a la misericordia como síntomas de debilidad, cada muerte, cada arbitrariedad no obedece sólo a un fin específico,...