El alma existe
El alma existe. No en términos metafísicos, sino concreta y científicamente. Está situada en la marea de neurotransmisores y los recovecos de las estructuras cerebrales.
Esos 21 gramos que se desvanecen cuando morimos y que mantienen nuestra conciencia activa; ese espíritu apenasperceptible que, según los creyentes, va al cielo o al limbo.
Esa quimera, ese suspiro… ya tiene explicación científica.
Los primeros esbozos de lo que ahora sabemos, fueron resultado de años de investigación de un hombre irrepetible en la historia de la ciencia.
Francis Crick, el mismo físico metido a biólogo que ganó el Premio Nóbel en 1962 por describir, junto con James Watson, laestructura tridimensional de doble hélice del ADN en 1953, dedicó más de 50 años a buscar lo que podemos entender como alma y que algunos llaman conciencia.
En un laboratorio construido especialmente para él frente al mar, en el Salk Institute, una prestigiada institución de estudios de biología en San Diego, Crick se dedicó a la búsqueda científica de la conciencia, quizá lo más familiar y cotidiano peroal mismo tiempo, lo más fascinante y misterioso.
Nada hay que conozcamos más directamente que nuestra propia conciencia, pero también no hay nada más difícil de explicar.
¿Porqué existe?
¿Cómo funciona?
¿Dónde se aloja?
La caja negra. “Tú, tus alegrías, tus tristezas, tus recuerdos y tus ambiciones, tu sentido de la identidad y voluntad personales, no son en el fondo más que la conductade unas células nerviosas y de sus moléculas asociadas… Como habría podido decir la Alicia de Lewis Caroll: no somos más que un montón de neuronas”.
Así comenzó Crick el manuscrito de su libro “La hipótesis asombrosa”, que refleja el fuerte carácter reduccionista del autor, cuya búsqueda científica del alma daba fin a largos años de conductismo y de desdén por el tema de la mayoría de losneurobiólogos.
El primer paso consistió en la afirmación de Crick de dejar de considerar a la conciencia como algo indefinible, y lo que es peor, inasible para estudiar.
El cerebro, en opinión de Crick, se consideraba algo así como una caja negra, es decir, un objeto cuya estructura interna es desconocida y hasta irrelevante.
Sólo estudiando las neuronas y las distintas interacciones, así como losneurotransmisores que circulan entre ellas, no podrían los científicos construir modelos análogos a los que explican la herencia en términos de ADN, tema en el que Crick era la máxima autoridad moral.
Así, Crick consiguió que la existencia del alma dejara de ser un tema filosófico para pasar a ser un problema empírico.
Para los años en que Crick y sus colaboradores empezaron a estudiar el tema afondo, la conciencia visual, es decir, lo que vemos y cómo lo interpretamos, ya estaba suficientemente cartografiados en nuestro cerebro, gracias a los avances en tomografía axial.
Nada más abrir los ojos, y comenzamos a interpretar lo que vemos, por lo que se disparan una gran cantidad de señales por todo el cerebro, catalogando, emulando, recordando, midiendo. Es lo que llamamos “tomar conciencia”de dónde estamos.
SI alguien nos ofrece un objeto, digamos una pluma, nuestros circuitos neuronales toman una serie impresionante de “bites de computación”, afirma Crick en su explicación, y nosotros tenemos la impresión de que “tomamos la decisión” de tomarla o rechazarla.
“La verdad es que somos concientes de que tomamos una decisión, no de qué nos hizo tomarla”, explica.
A cualquiera le dala impresión de que tomarla o dejarla es un acto libre.
La conciencia es mucho más que la transmisión de información y su proceso.
El secreto, afirma Crick, está en la atención.
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