El Alma Matinal Jos Carlos mariategui

Páginas: 298 (74363 palabras) Publicado: 24 de abril de 2015



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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI












El Alma Matinal
y otras estaciones del hombre de hoy



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“BIBLIOTECA AMAUTA”
LIMA-PERÚ





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EL ALMA MATINAL (1)


Todos saben que la Revolución adelantó los relojes de la Rusia sovietista en la estación estival. Europa occidental adoptó también la hora de verano, después de la guerra. Pero lo hizo sólo por economía de alum­brado. Faltaba enesta medida de crisis y carestía, toda convicción matutina. La burguesía grande y media, seguía frecuentando el tabarín. La civilización capitalista encendía todas sus luces de noche, aunque fuese clandestinamente. A este período corresponden la bo­ga del dancing y de Paul Morand.

Pero con Paul Morand había quedado ya licenciado el crepúsculo. Paul Morand representaba la moda de la noche. Susnovelas nos paseaban por una Europa nocturna, alumbrada por una perenne luz artificial. Y el nombre que más legítimamente preside la noche de la decadencia post-bélica no es el de Morand sino el de Proust. Marcel Proust inauguró con su literatura

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(1) Publicado en Mundial: Lima, 3 de febrero de 1928.
Se ha suprimido el párrafo inicial de aquella publicación, por hallarse destinado allector eventual y no adaptarse a la introducción de un libro como el presente. Refiriéndose al libro de Ramón Gómez de la Serna, titulado El Alba y otras cosas. (Madrid, Editorial Saturnino Calleja S. A., 1923) juz­ga que su tema contrasta con la insistencia de los modernistas en la poesía del crepúsculo. Dice, allí: "Hace ya tiem­po que registré, a fojas 10 de los anales de la época, la decadenciadel crepúsculo como motivo, asunto y fondo litera­rios, y agregué que el descubrimiento más genial de Ramón Gómez de la Serna era, seguramente, el del alba. Hoy re­greso a este tema, después de comprobar que la actual apo­logética del alba no es exclusivamente literaria".








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una noche fatigada, elegante, metropolitana, licencio­sa, de la que el occidente capitalista no sale todavía.Proust era el trasnochador fino, ambiguo y pulcro que se despide a las dos de la mañana, antes de que las parejas estén borrachas y cometan excesos de mal gusto.

Se retiró de la "soirée" de la decadencia cuando aun no habían llegado el chárleston, ni Josefina Bac­ker. A Paul Morand, diplomático y demimondain, le tocó sólo introducirnos en la noche post-proustiana.

La moda del crepúsculo perteneció ala moda fi­nisecular y decadente de ante-guerra. Sus grandes pontífices fueron Anatole France y Gabriel D'Annun­zio.

El viejo Anatole sobresalió en el género de los crepúsculos clásicos y arqueológicos ; crepúsculos de Alejandría, de Siracusa, de Roma, de Florencia, eco­nómicamente conocidos en los volúmenes de las biblio­tecas oficiales y en viajes de turista moroso que no olvida nunca susmaletas en el tren y que tiene previstas todas las estaciones y hoteles de su itinerario. A la hora del tramonto, siempre discreto, sin excesi­vos arreboles ni escandalosos celajes, era cuando mon­sieur Bergeret gustaba de aguzar sus ironías. Esas ironías que hace diez años nos encantaban por agudas y sutiles y que ahora nos aburren con su monótona incredulidad y con su fastidioso escepticismo.D'Annunzio era más fastuoso y teatral y tam­bién más variado en sus crepúsculos de Venecia vagamente wagnerianos, con la torre de San Jorge el Ma­yor en un flanco, saboreados en la terraza del Hotel Daniell por amantes inevitablemente célebres, anidados en el mismo cuarto donde cobijaron su famoso amor, bajo antiguos y recamados cobertores, Jorge Sand y Alfredo de Musset; crepúsculos abruzesesdeli­beradamente rústicos y agrestes, con cabras, pastores, chivos, fogatas, quesos, higos y un incesto de trage­dia griega; crepúsculos del Adriático con barcas pes­cadoras, playas lúbricas, cielos patéticos y tufo afrodisíaco; crepúsculos semi-orientales, semi-bizantinos de Ravenna y de Rimini, con vírgenes enamoradas de





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trenzas inverosímiles y flotantes y un ligero sabor de ostra perlera;...
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