El Alquimista

Páginas: 9 (2187 palabras) Publicado: 13 de octubre de 2015
El alquimista
El muchacho se llamaba Santiago. Comenzaba a oscurecer cuando llegó con su rebaño frente a una vieja iglesia abandonada Decidió pasar allí la noche. Hizo que todas las ovejas entrasen por la puerta en ruinas y luego colocó algunas tablas de manera que no pudieran huir durante la noche. Extendió su chaqueta en el suelo y se acostó, Aún estaba oscuro cuando se despertó. Había tenidoel mismo sueño que la semana pasada y otra vez se había despertado antes del final.
En los dos últimos días, sin embargo, el asunto que le preocupaba no había sido más que uno: la hija del comerciante que vivía en la ciudad adonde llegarían dentro de cuatro días. Sólo había estado allí una vez, el año anterior. El comerciante era dueño de una tienda de tejidos y le gustaba presenciar siempre elesquileo de las ovejas para evitar falsificaciones. Necesito vender lana —le dijo al comerciante. La tienda del hombre estaba llena, y el comerciante rogó al pastor que esperase hasta el atardecer.
—No sabía que los pastores fueran capaces de leer libros —dijo una voz femenina a su lado. Era una joven típica de la región de Andalucía, con sus cabellos negros y lisos y unos ojos que recordabanvagamente a los antiguos conquistadores moros
—Es porque las ovejas enseñan más que los libros —respondió el muchacho Se quedaron conversando durante más de dos horas. Ella le contó que era hija del comerciante y le habló de la vida en la aldea, donde cada día era igual que el anterior. El pastor le habló de los campos de Andalucía y sobre las últimas novedades que había visto en las ciudades que habíavisitado.
— ¿Y si sabes leer, por qué no eres más que un pastor? —le preguntó la moza en un momento dado.
El muchacho dio una disculpa cualquiera para no responder a aquella pregunta. Estaba seguro de que la muchacha jamás lo entendería. Siguió contando sus historias de viaje, y los ojillos moros se abrían y se cerraban de espanto y sorpresa. Pero el comerciante finalmente llegó y le mandóesquilar cuatro ovejas. Después le pagó lo estipulado y le pidió que volviera al año siguiente. Comenzó a rayar el día y el pastor colocó a las ovejas en dirección al sol. «Ellas nunca necesitan tomar una decisión —pensó—.«Si hoy me volviera un monstruo y decidiese matarlas, una por una, ellas sólo se darían cuenta cuando casi todo el rebaño hubiese sido exterminado —pensó el muchacho—. Porque confíanen mí y se olvidaron de confiar en su propio instinto. Sólo porque las llevo hasta el agua y la comida.» En dos años de recorrido por las planicies de Andalucía ya se conocía de memoria todas las ciudades de la región, y ésta era la gran razón de su vida: viajar.
Sus padres querían que él fuese cura, motivo de orgullo para una simple familia campesina que apenas trabajaba para conseguir comida yagua, como sus ovejas. Estudió latín, español y teología. Pero desde niño soñaba con conocer el mundo, y esto era mucho más importante que conocer a Dios y los pecados de los hombres. El mundo era grande e inagotable, y si él dejara que las ovejas le guiaran apenas un poquito, iba a terminar descubriendo más cosas interesantes. «El problema es que ellas no se dan cuenta de que están haciendocaminos nuevos cada día. No perciben que los pastos cambian, que las estaciones son diferentes, porque sólo están preocupadas por el agua y la comida. Quizá suceda lo mismo con todos nosotros —pensó el pastor. Miró al cielo y calculó que llegaría a Tarifa antes de la hora del almuerzo «Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante»,
Reflexionó mientras mirabade nuevo el cielo y apretaba el paso. El chico se estaba poniendo nervioso. Sin poder impedirlo, sus manos empezaron a temblar, y la vieja se dio cuenta. Él las retiró rápidamente. —No he venido aquí para que me lean las manos.
Tú has venido a saber de sueños —respondió la vieja—. Y los sueños son el lenguaje de Dios. Cuando Él habla el lenguaje del mundo, yo puedo interpretarlo. Pero si habla...
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