El Amianto Y Sus Consecuencias
Tómbola es una idea original de la televisión autonómica valenciana. Canal 9 lo estrenó en marzo de 1997 y poco después fue exportado a las también públicas Telemadrid y Canal Sur. Desde entonces ha sido el estandarte de la telebasura y objeto de múltiples debates sobre la función de las televisiones públicas. A la vista del cada vez más escandaloso tonoque alcanzaba el programa, Canal Sur lo suprimió a los pocos meses. Telemadrid siguió adelante, impermeable a las críticas y justificando su permanencia por la rentabilidad económica y las buenas marcas de audiencia.
La retirada de este espacio en Telemadrid ha abierto un debate en profundidad sobre la función social de la televisión y los límites que han de respetar las cadenas públicas.Directivos de televisión y profesionales analizan el fenómeno de la telebasura y las secuelas de Tómbola, que siguen inundando las cadenas públicas y privadas.
Mikel Lejarza, ex director de Tele 5, opina que los límites de toda televisión son los de la sociedad civil: los que marcan las leyes. Pero añade: "Las públicas tienen exigencias superiores. No se puede pedir lo mismo a una televisiónpública que a una privada, ya que tienen distintos sistemas de financiación. No creo en el concepto de telebasura, está lanzado por los enemigos de la televisión, pero sí creo en los espacios criticables, y en la televisión pública hay casos más graves que el de Tómbola, como la manipulación de los informativos, que se emitan más de 700 películas americanas al año o que se gaste más dinero enfútbol que en producir contenidos".
El filósofo Gustavo Bueno reflexiona sobre el término basura y asegura que "tan basura como Tómbola son los concursos en los que se pueden ganar 12 millones de pesetas sólo por saber la capital de Alemania. Estos programas ejercen efectos tóxicos letales sobre el público. Lo importante es deteminar los criterios a la hora de establecer los límites". SegúnBueno, "los límites de la televisión pública deben estar subordinados al bien público".
El País, 28-2-01, pág.69
ANÁLISIS DE TEXTO - JUNIO, 2002
Al terminar el curso examinamos a nuestros alumnos y comprobamos los resultados. Pero ¿qué pasa con lo que conseguimos de hecho sin que nadie lo haya pretendido? Cuando tratamos del proceso de enseñanza-aprendizaje, normalmente nos fijamos enlos aspectos formales: tenemos unos objetivos o unos resultados pretendidos, pensamos en métodos, ejercicios, etc., y al final comprobamos los resuItados. Pero si nos fijamos sólo en lo formal y dejarnos fuera del campo de nuestra atención lo informal, podemos dejar fuera la vida misma.
Una sencilla anécdota personal puede servir de ilustración a lo que deseo comentar ahora. Salía un día demi casa en Asunción, Paraguay. Enfrente hay un colegio de segunda enseñanza. Era el último día de clase y los alumnos salían a la calle rompiendo papeles y cuadernos con una alegría desbordante, y arrojando al aire todos aquellos trozos de papel.
Ignoro si se trataba de un rito habitual de final de curso o una ocurencia de aquellos alumnos en particular. Recogí algunos papeles y los examinéLos alumnos habían desmenuzado cuadernos con apuntes y problernas de matemáticas.
Esta anécdota nos brinda esta pregunta que yo me hice entonces: ¿Qué habían aprendido realmente aquellos alumnos? ¿Habían aprendido rnatemáticas? ¿O habían aprendido a odiar las matemáticas? Porque los odios y los amores, lo mismo que los conocimientos, son aprendidos. Lo que sí podemos afirmar es que, encualquier caso, el profesor de matemáticas quiso enseñar matemáticas, no a odiar las matemáticas.
La reflexión y la pregunta siguen en pie: podemos estar enseñando lo que queremos.. .y también lo que no queremos. Podemos enseñar unas cosas con nuestras explicaciones, y otras distintas con lo que somos, con nuestra manera de relacionarnos con los alumnos.
MORALES, P. (1998): La...
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