el amolador
24/07/2011
Hace años ya desde que escuché al último amolador pasar por la calle de mi casa. De hecho, no había pensado en esto nunca; hoy, de pronto, me cayó lalocha. Hace años que no escucho su surreal melodía de… ¿Era una flauta con lo que lo hacían? Me da pena admitirlo, pero creo que nunca vi un amolador, sólo los oía pasar haciendo sonar suinstrumento (me lo imagino como una zampoña plástica y pequeña, con un cierto aire indescriptiblemente misterioso) seguido de su acostumbrado pregón de “EL AMOLADOOOOR”, afuera de mi casa.Creciendo, se me hacía que la tonada era demasiado extraña, la combinación de sonidos demasiado inusual, el ritmo, demasiado frenético; me parecía, en una palabra, que era algo ajeno a estemundo, algo de otra dimensión. Quizás en realidad era por eso que nunca salí a la calle a verlos pasar.
Hoy en día, sin embargo, no pasan más. Quizás es porque el mercado moderno estásaturado de cuchillos y tijeras de filo virtualmente imposible de mellar, quizás es porque en nuestra cultura actual comprar artículos nuevos es más conveniente y gratificante que reparar losviejo, quién sabe… pero bien podría ser que los demonios de la dimensión de al lado finalmente se cansaron y volvieron a buscar la mágica zampoña original que les había robado el intrépidoprimer amolador… encontrándose con que ahora existían miles de copias de plástico barato, y, furiosos, se dieron a la tarea de robarlas todas de vuelta, en esta ocasión llevándose también laspiedras de amolar para vengarse bien. Los pobres amoladores, privados de sus herramientas de trabajo para siempre, ahora viven condenados a vender chicha o papelón con limón en carritos queempujan por toda la ciudad… pero nunca se rebajarían a vender películas pirateadas; conservan su dignidad.
O puede ser lo de comprar objetos nuevos en vez de reparar los viejos, quién sabe.
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