El Amor En Los Tiempos De La Ciencia

Páginas: 20 (4782 palabras) Publicado: 5 de mayo de 2012
El amor en los tiempos de la ciencia

Cosita loca llamada amor
Sus latidos cardíacos ––los de ella–– llegaban a 200 pulsaciones por minuto. Mientras tanto, su frecuencia respiratoria ––la de él–– no bajaba de 20. Las mejillas ––las de los dos–– estaban inequívocamente sonrojadas, y el sudor les caía por la piel. Por sobre todo, sus zonas sexuales más activas ––el hipocampo, el cíngulo y elresto del sistema límbico–– estaban en un pico de actividad. No cabía duda: estaban enamorados. Porque, ¿qué es el amor sino una serie de reacciones fisiológicas? ¿De qué hablaba Pablo Neruda cuando escribía “aquí te amo y en vano te oculta el horizonte”, o Manolito3 cuando afirmaba que estar enamorado es como “estar hamacándose en la plaza tirándole cascotazos a un tambor”? Pues bien: ni más nimenos que de neurotransmisores, olores y estimulaciones químicas. O, al menos, eso es lo que algunos científicos predican desde el laboratorio.

El amor después del amor
¿Por qué nos enamoramos? Y, sobre todo, ¿de quién nos enamoramos? La belleza, por ejemplo, no está necesariamente en el ojo del consumidor: tal vez esté bien adentro, en algún mecanismo
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Personaje de la tira cómica Mafalda, deQuino.

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DIEGO GOLOMBEK

SEXO,

DROGAS Y BIOLOGÍA

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inconsciente que la evolución se ocupó de mantener más allá de las modas. Los hombres las prefieren jóvenes, se quejan ellas… Y tienen razón: los machos de cualquier especie buscan hembras con características que indiquen una buena fertilidad. La belleza, en definitiva y mal que nos pese, es una serie de signos de juventud,divino tesoro: labios gruesos, simetría en los rasgos, ciertas distancias y proporciones mágicas en el rostro y en el cuerpo. Y la sensualidad “clásica” femenina que deja boquiabiertos (o vociferantes) a los obreros de la construcción está diciendo “mirame, mirame, mirame, soy muy fértil, con mis pechos y mis caderas, lista para la reproducción de la especie”. Ellas, en cambio, los prefierenmaduros. También altos (una investigación reciente demuestra que los petisos tienen una tasa mayor de soltería que los larguiruchos; así que nada de “qué tendrá el petiso”… Sólo mala suerte). Y aunque lo nieguen, un poquito ostentosos. Un auto, buena ropa, por qué no colores vistosos en las plumas, o unos tremendos cuernos (con perdón) no están nada mal. Es más: las hembras son siempre más selectivas quelos muchachones. Tienen sus motivos: tanto les cuesta producir un huevecillo que no se lo van a entregar a cualquiera que ande desparramando sus millones de espermatozoides por el mundo, qué se han creído. Por otro lado, en especies de períodos largos de gestación (como las mamás humanas), viene bien ––evolutivamente hablando–– tener al lado a alguien con recursos propios para pasar el invierno.Lo que se dice un buen partido. Pero no todo es instinto: las muchachas (humanas o no) en edad de merecer no sólo actúan guiadas por las reglas de la especie, sino que a veces lo hacen por imitación. Algo así como que si tantas zorzalas o salmonas eligen a ese zorzal o a ese salmón, algo debe de tener, y una no puede ser menos… Y así la evolución nos lleva a los carnets de baile, a los grupos desolas y solos, y hasta a los ciberromances.

Nexus, lexus, ciencius
Amor, love, amour… y siguen las palabras. Si bien se supone que no hay forma de definir ni contar el amor, los diversos idiomas tienen cualquier cantidad de vocablos y variedades para todos los gustos. Podemos hablar de amor romántico, filial, maternal, sexual, religioso, y aun así nos quedarían muchas categorías afuera. Por sifuera poco, tenemos también la ciencia del amor, y aquí entramos en terrenos peliagudos en el que los poetas y los científicos suelen sufrir diferencias irreconciliables. Ya lo dijo Edgar Allan Poe en su “Soneto a la Ciencia”:
¡Ciencia! Verdadera hija del tiempo tú eres, que alteras todas las cosas con tus escrutadores ojos. ¿Por qué devoras así el corazón del poeta, buitre, cuyas alas son...
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