El Amor

Carlos Martínez Assad
La Ciudad de México que el cine nos dejó
Rafael Av i ñ a

Desde su llegada a la Ciudad de México en
agosto de 1896, el cinematógrafo, inve n t o
óptico de los hermanos Lu m i è re, impuso
su presencia en esa semiurbe capitalina que
con paso lento empezaba a transformar su
fisonomía. Así, los agentes franceses
Claude Fernand Bon Bernard y Ga b r i e l
Ve y re,enviados por los Lu m i è re ,
c o n v i rt i e ron sin proponérselo al entonces
presidente Porfirio Díaz en la primera gran
estrella del cine mexicano. Y con él, la
ciudad: ese imperio afrancesado que el
p ropio Díaz había imaginado para su país
y que dejaba de ser un simple telón de
fondo para crecer al parejo de su
p o rtentosa figura.
Porfirio Díaz emergía recorriendo a
caballo el Bosquede Chapultepec, o
celebrando las fiestas de la Independencia
en pleno Zócalo. La ciudad se trastocaba
con la llegada del cine en un personaje
fílmico entrañable y poderoso, como lo
muestran aquellas imágenes triunfalistas
de Villa y Zapata entrando a la capital y
captadas por las cámaras de Sa l va d o r
To s c a n o. No obstante, con la Revolución
el cine empezaría a cambiar su aspectodocumental para aproximarse a una
realidad inventada y es El automóvil gris
(1919) de Enrique Rosas la primera gran
obra del cine mudo, a medio camino
e n t re lo real y lo ficticio que reconocía a la
ciudad como personaje vivo y terrible.
De aquellos exteriores del primer
cuad ro y de la cárcel de Belén, que
a p a recen aquí, a las plazoletas del centro
histórico captadas en El callejónde los
milagros de Jorge Fons, o en Sin remitente
de Carlos Carrera, la Ciudad de México y
en particular sus calles cercanas al Zócalo, o
sus paseos como Chapultepec que se
aprecia en El rey del b ar r i o, Lola de mi vida

o El hombre de papel, han sido el eje de
todo tipo de historias g e n é r i c a s .
Melodramas prostibularios y cabaretiles,
películas de luchadores, dramas urbanos,cintas policiacas, comedias con historias
barriobajeras, cintas de horror, e incluso
relatos nihilistas, que re p rodujeron
diferentes aspectos de una inquietante metrópoli
como la nuestra.
La Ciudad de México que el cine nos
dejó del doctor Carlos Martínez Assad es
un recorrido nostálgico y fascinante por
esos escenarios realistas. Por una Ciudad
de México conve rtida en telón de fondoy en personaje protagónico, como
sucede en la película de Juan Bu s t i l l o
Oro: Del brazo y por la calle en cuyos
créditos principales puede leerse: “Marga
López, Manolo Fábregas y la Ciudad de
México en… Del brazo y por la calle”. El
libro de Ma rtínez Assad abre con un
tributo a la nostalgia. Fotografías de
añejas catedrales cinematográficas como el
cine Odeón ubicado en Mosqueta29 en la
Colonia Guer re ro, construido por Fr a ncisco
Serrano quien, por cierto, construyó
también el cine Monumental que aparece
en la película de José Estrada, Cayó de la
gloria el diablo, el cine En c a n t o, y el
e d i f icio Basurto de la colonia Hipódromo-
Condesa, que es parte del escenario de La
diosa arrodillada con Arturo de Córdova y
ese portento de mujer que fue María Félix.Asimismo, destaca en estas primeras
imágenes de un libro profusamente
ilustrado y con un texto atractivo y muy
f l u ido una fotografía del cine Alameda
en Avenida Juárez que puede verse a lo
lejos, en los prólogos de las cintas
Vagabunda y Los olvidados. A su vez, una
imagen del cine Lindavista, que aparece en
¡Esquina Ba j a n ! construido por el

a rquitecto Charles Lee, quientambién
edificó el antiguo cine Lido después Bella
época hasta convertirse en la libre r í a
Rosario Castellanos del Fondo de Cultura
Económica.
En el prólogo de La Ciudad de México
que el cine nos dejó, Ma rcelo Ebrard, jefe de
gobierno de esta ciudad, propone una doble
lectura del libro de Martínez Assad. Yo me
atrevería a decir que al menos son cuatro
lecturas las que aparecen en este...