El amsa

Después de la cita.
Juan García Ponce.

Era otoño. Algunos de los árboles había perdido porcompleto las hojas y sus intrincados esqueletos resistían silenciosos el paso del aire, que hacia murmurar y cantar las de aquellos que aun conservaban unascuantas, amarillas y cada vez mas escasas.
Ella se encontraba sola, contemplando el horizonte, cada vez mas enamorada, la despedida había sido larga y seprolongara el adiós por lo menos dos veranos más.
Ella solo recurrió por el camino mas largo posible, solo para postergar el dolor.
Cada gota que caía del cielo,reflejaba su simetría en el cielo de su mirada.
Cada imagen un recuerdo, que no podrá repetirse, hasta el tan ansiado regreso.
Ella se mostrabainquebrantable, su rostro a penas y realegaba un poco de frió, por enrojecida nariz.
Mientras caminaba pudo observar poca gente, pero muy significativa para la que hoyllora un adiós.
En el callejón que la trasladaba ala paradera de autobuses, se encontraba un hombre grande de gran cabellera, barba que llegaba al piso, conun gran trozo de pescado entre sus manos preguntándole la hora, ella ni siquiera se había percatado de la existencia del hombre, solo veía a aquellas personassignificativas, que le traían a la mente recuerdos vanos de lo que ya no podrá ser.
Daba un paso a la vez como, si cada uno de ellos fuera adelantar unafracción de segundo.
Cansada de caminar tomo el autobús, solo recargo su cabeza en el vidrio que dividid el frió del clima y el frió espiritual de ella.