El Angel de la Muerte cap 1.
“No todo lo que vemos es siempre lo que parece”
Cap 1: La compañía.
La noche se había vuelto fría y oscura, el hedor de las calles, ha muerte y desesperación era intenso. La guerra había comenzado hacia ya diez años y no parecía que fuera a acabar. La ley ya no existía, ni los gobiernos ni la paz, todo era guerra muerte y desolación, muchos habían muerto por culpade las bombas nucleares, y otros por la radiación emitida por esta, aunque ellos eran los que tenían suerte, muchos otros habían mutado, convirtiéndose en horribles monstruos sedientos de sangre.
Claro está, que no era un buen momento para nacer y puede que jamás lo volviera a ser. Pero eso no parecía importar a la gente, que seguía reproduciéndose, como conejos y después lloraban por que sushijos nacían muertos o con malformaciones, ¿y qué esperaban?
Rebeca, una chica alta de pelo negro como ala de cuervo, piel tan blanca como la porcelana y los ojos de un azul tan intenso que difícilmente podría sostenérsele la mirada, se limpio la sangre de las manos, mientras miraba con desprecio a una mujer postrada en la cama llorando desconsolada con un bulto ensangrentado y envuelto entoallas entre sus brazos.
Alguien abrió la puerta de la habitación, sobresaltando a Rebeca, era un hombre de mediana edad, fuerte y ancho con una barba incipiente de color marrón y unos ojos muy pequeños, redondos del mismo color, el hombre miro a la que se suponía que era su mujer, su expresión se contrajo en repulsión, al ver el pequeño bebe amorfo que sostenía su mujer entre las manos, luego miroa Rebeca, que le miraba con indiferencia, fría y cruel, se aclaro la voz, y le dijo al hombre, sin miramientos:
-Este bebe debe morir. Es lo mejor para todos.
“realmente lo mejor es que dejarais de intentar tener hijos, estúpidos Seiks…”
El hombre la miro enfurecido, como si lo que hubiera dicho fuera una declaración de guerra, se interpuso entre ella y su mujer la que abrazaba alengendro que emitía un sonido que parecía salir de los mismísimos avernos de Galandria, el hogar en el que moraban todos los males y al que iban a parar todos los pecadores.
Rebeca miro al hombre y suspiro cansada, estaba harta de tener que pasar siempre por lo mismo, lo peor es que los Seiks, como su orden llamaba a los últimos humanos puros, sabían que no tenían ninguna oportunidad contra ella, peroaun así intentaban enfrentársela aun sabiendo que podrían morir en su intento por salvar a esos engendros amorfos que llamaban hijos, solo se había conseguido que una pareja de Seiks tuvieran un hijo sano sin deformaciones y sin enfermedades producidas por la radiactividad, pero eso había sido hacia ya varios años desde ese día ningún otro niño volvió a nacer sano, las puertas de los orfanatos,los poco que quedaban, se abarrotaban de niños con deformidades, o con varias enfermedades, después eran trasladados a la isla de los engendros, una isla en la que solo había muertos o personas deformes y enfermas que se comían a esos muertos o a otras personas, ya que no podían cultivar por la contaminación de la tierra y las aguas por lo que no había comida ni animales apenas.
-Si no muereahora, pasara su vida, o lo que quede de ella en la isla de los engendros, ¿quieren ver como otros como él, le dan caza y le devoran mientras el chilla y desea que sus padres le hubieran matado cuando nació? Es su elección, ¿qué harán?
-¡No! ¡No dejare que te lleves a mi hijo ni que lo mates, asqueroso Ángel de la muerte!
El hombre se abalanzo sobre Rebeca mientras la gritaba, Rebeca sonrió alescuchar cómo se refería a ella, Ángel de la muerte era el apodo que habían adoptado de los Seiks su orden, porque siempre llevaban la muerte a sus vástagos, a ella debería importarla que la llamaran así, pero la verdad era que no, no le importaba en absoluto es más le gustaba como sonaba, Rebeca Streith el ángel de la muerte… Cuando era pequeña había jurado a su madre, Leiara, que fue asesinada...
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