El Artículo 28 Cn. Razonabilidad

(DOCUMENTO DE TRABAJO)
EL ARTÍCULO 28 CN. HACIA UNA REPÚBLICA BASADA EN RAZONES
Gustavo Maurino
I.- INTRODUCCIÓN
Juan Bautista Alberdi, por quien vale la pena empezar una consideración sobre la Constitución Argentina, tenía plena conciencia acerca de la inexistencia de una tradición constitucional en nuestro país, y en particular, de un componente básico de cualquier arreglo constitucionalfuncionante, a saber: el “gobierno limitado” por reglas, prácticas o principios superiores aceptados de buena fe por los participantes relevantes del juego institucional. Esa conciencia de la carencia constitucional inspira su propuesta de que el arreglo constitucional alumbrado luego de Caseros fuera conformado y entendido como “una constitución de transición .
En esa “constitución detransición” en la que Alberdi estaba dispuesto a dar al ejecutivo todo el poder –pero mediante la constitución, agregaba- los ciudadanos (e inmigrantes) recibían la promesa de ciertos “principios, derechos y garantías fundamentales” que conformarían un núcleo jurídicamente supremo frente al ejercicio del poder, y su supremacía se garantizaba a partir de diversas reglas de salvaguarda frente a las decisionesdel gobierno, que el proyecto Alberdiano repetía de manera casi obsesiva .
Pero, como sabemos, Alberdi, y los constituyentes de 1853, eran ellos mismos miembros prominentes de una comunidad política y una clase dirigente cuyas tendencias anómicas eran el modo “normal” de ejercer la autoridad política. Nuestra cultura institucional estaba plagada de las diversas formas de “actitudes normativamentedesleales” que tan bien reconstruyera Carlos Nino en su ensayo sobre la anomia argentina . Y lo único que tenían en sus manos para comenzar a obrar sobre esta tradición, era –al parecer- su esperanza y las palabras que pusieran en la Constitución. Alberdi, y los constituyentes de 1853 enfrentaban la paradoja de constitucionalizar una comunidad política que ellos mismos formaban y entendían como“anti-constitucional” en su identidad profunda. Su proyecto de la constitución de transición constituye un intento lúcido de la generación fundadora de superar esa situación paradojal.
En el texto final de la Constitución del 53, las salvaguardas de Alberdi fueron recibidas y consagradas en el condensado Art. 28, y el recuento de nuestras prácticas políticas sin duda debe llevar a la conclusión de queno han funcionado verdaderamente para desinsentivar significativamente los comportamientos estatales desleales –y mucho menos, para encauzar la práctica de los gobiernos por el camino del respeto a los derechos constitucionales.
La consolidación de la supremacía constitucional en una comunidad política con arraigadas tendencias anómicas es una empresa tremendamente desafiante, que en Argentinanos ha legado fracasos centenarios. Acaso 1983 sea el año mítico de la fundación de un entendimiento compartido acerca de la justificación moral, política y jurídica de los límites constitucionales al poder de los gobiernos. En todo caso, la tarea en cuestión difícilmente podrá ser exitosa mientras no desarrollemos herramientas interpretativas robustas, que operen como marco limitante de lavoluntad desnuda de los gobernantes y de las mayorías políticas circunstanciales –y vale resaltar que en una democracia genuina, por definición, toda mayoría política debe ser considerada, incluso por sus propios partícipes, como circunstancial.
Esta exploración por el principio de razonabilidad del Art. 28 aspira a contribuir en esa empresa.

II.- EL (DÉBIL) PRINCIPIO DE RAZONABILIDAD. SUCONFIGURACIÓN EN NUESTRA HISTORIA CONSTITUCIONAL
La construcción constitucional del principio de razonabilidad tuvo hitos muy claros –fundamentalmente en relación con derechos económicos-, critalizados en nuestra práctica, y que forman el canon jurisprudencial en la materia, desde “Plaza de Toros” (1870) y “Saladeristas” (1887) en el Siglo XIX, pasando por “Ercolano’ (1922), “Horta de Arguindeguy”...