El Asesino De Matematicas

NADA más oírse el timbre daba por finalizada la
clase, él les dijo: Adela, Luc, Nico, quedaos un momento,
Los tres aludidos abrieron los ojos y
se miraron entre sí. El que menos, se aplastó en
el asiento como si lo pegarlo con cola
El resto de los alumnos se evaporó en
segundos. Algunos les lanzaron miradas de ánimo
y solidaridad, otros de socarrona burla.
pringar susurró uno de losmás cargantes.
Adela, Luc y Nico se quedaron solos. con Felipe
Romero, el profesor de matemáticas. El Fepe para
los amigos, además era profe o el de mates, que era
como se le llamaba comúnmente.
El maestro no se puso en pie de inmediato ni empezó
a hablarles en seguida. Continuó sentado estudiando
. El silencio se hizo omnipresente
transcurría el tiempo. Más allá de ellos, tras
lasventanas, la algarada que hacían los que ya estaban
en el patio subía en espiral Adela se removió inquieta. Su silla gimió
Era una chica alta y espigada, de ojos vivos, cabello
largo ropa informal como
los demas chicos y chicas. Su preocupación
no era menor que los otros dos. Volvieron a
mirarse. Luc arqueó las cejas. Nico puso cara de circunstancias.
El primero era el más alto de los tres,rostro
lleno de pecas, sonrisa muy expresiva, delgado
como un sarmiento. El segundo era todo lo contrario:
bajo y un poco redondo, cabello bastante largo, mirada
penetrante., los tres eran amigos.
Siempre metidos juntos en todos los líos,
buenos y malos.
Felipe Romero dejó la hoja de papel que estaba
leyendo y los atravesó con su mirada más penetrante.
—Bueno
. Siguió la mirada. endirección
a Adela. Luego en dirección a Luc. Por último en
dirección a Nico. No era mal profe. Lástima que diera...
matemáticas. El Fepe era el único que les llamaba
por sus nombres no por el apellido. Y el único
que aceptaba lo de Luc en lugar de Lucas en atención
a que era un fan de Star Wars. Otros preferían
apodarle el Skywalker, pero en plan burlón.
—¿Qué voy a hacer con vosotros?—preguntó en
voz alta.
—¿Qué tal dejarnos ir al patio? —propuso Nico.
El profesor ignoró el comentario.
—Sabéis por qué os he hecho quedaros, ¿verdad?
—Tenemos una vaga idea —reconoció Adela.
—Sois los tres únicos de la clase que vais a suspender
la asignatura.
—vaya noticia —bajó la cabeza Luc.
—¿Y no os da rabia?
—Rabia sí, claro.
—No lo hacemos aposta.
—¿Qué quiere que hagamos?
Los treshablaron al mismo tiempo.
—¿Y os resignáis? —se extrañó Felipe Romero.
—No —dijo Adela.
—Pero si no nos entra..., no nos entra —manifestó
Nico.
—Ya lo intentamos, ya —aseguró Luc.
—Vamos, chicos, vamos —el profesor acabó poniéndose
en pie—. No puedo creerlo. Si fuerais tontos o
no dierais más de sí, lo entendería, pero vosotros tres...
He visto vuestras otras notas, ¡y todas son bastantebuenas¿Qué os pasa con las matemáticas?
¿Que no os entran? ¡Tonterías! Les habéis cogido
Manía,. ¡Las odiáis! De acuerdo, odiadlas
pero no me digáis que no las entendéis. Es
cuestión mental. ¡Os negáis a entenderlas, que no
es lo mismo!
—Que no es fácil, profe —dijo Luc con dolor.
—Sí lo es, Luc, y lo sabes tú como lo sabe Adela y
lo sabe Nico. Todo está aquí —se tocó la frente con el
dedoíndice de la mano derecha—. Si quisierais, podríais,
pero os limitáis a decir que no os entran, que no
es lo vuestro,—¿Usted cree que no queremos aprobar como sea?
—exclamó Nico.
—¿Sabe la bronca que me echarán mis padres? —se
estremeció Adela.
—¿Y el verano que me harán pasar los míos, con
profes particulares y todo ese rollo? —gimió Luc.
—¡Pues evitadlo! —gritó Felipe Romero.
Pegaronbrincos—Chicos, chicos, ¡chicos! —el maestro se acercó a
los tres—. Las matemáticas
son esenciales.
Y que conste que soy de los pocos profes
de mates que reconocen eso, la mayoría os dirá
lo principal que son Yo pienso que
sin saber leer ni escribir primero decentemente, no hay
matemática que valga. Pero da igual: son esenciales.
Os ayudan a pensar, a racionalizar las cosas, a tener...