El Aula como lugar de la sospecha
Algunas reflexiones sobre investigación, escritura y educación
Entremos de lleno en materia afirmando que los maestros, para de veras transformar o mejorar nuestro oficio, tenemos que investigar sobre lo que hacemos. Es urgente que los educadores no sólo hagamos muchas cosas sino, y eso es lo importante, indaguemos sobre nuestro cotidiano accionar.Necesitamos volver nuestro sitio habitual de trabajo un escenario de sospecha, en el sentido de hacerlo objeto para la pesquisa y la pregunta: ¿Por qué fue exitosa o no determinada actividad?, ¿cómo es que están aprendiendo hoy nuestros alumnos?, ¿a qué se debe que nuestro discurso no interpele efectivamente a los estudiantes?, ¿qué calificaciones posibilitan de mejor manera la evaluación y no el metoenjuiciamiento?, ¿cuáles son nuestros reforzadores para regular la atención, la disciplina o el control de clase?, ¿qué tanto conocemos de los procesos de pensamiento inherentes a una rama del saber o una habilidad específica?
He dicho: volver nuestra aula de clase un lugar para la sospecha. Profundicemos un poco más. De lo que se trata es de no dar por hecho lo que hacemos; de atrevernos a"poner entre paréntesis" nuestras rutinas, nuestros discursos, nuestras maneras de ser y hacer docencia. O para decirlo de otra manera, es indispensable volver la investigación una tarea tan cotidiana como el mismo hecho de dar clase. Y, cuando hablo de investigar, me estoy refiriendo al hecho de poder seguir, con algún rigor, las pistas o las huellas que va dejando nuestro mismo caminar en losambientes donde trabajamos. No hablo, por lo mismo, de una parafernalia repleta de laboratorios y formatos tanto más complicados como inútiles; señalo, por el contrario, una labor de observación y reflexión, de toma de distancia comprensiva, de cierto espíritu de "extrañamiento" mediado por el registro de la escritura.
Aunque volveré más adelante sobre este último punto, quiero de una vez ponersobre la mesa que es justo en esa tarea de llevar a la escritura lo que hacemos donde se presenta el mayor escollo para los educadores. Mi experiencia como Formador de Formadores, especialmente en posgrados en educación, me ha mostrado cómo ante la riqueza o la novedad de propuesta que diariamente desfilan por nuestras aulas, cómo ante lo innovador de cié tos proyectos llevados a cabo en lasinstituciones, no queda de tales actividades ningún vestigio, ninguna señal que nos permita replicarlas en otro sitio o aprovechar su nivel de logro. Todas esas hermosas y valiosas experiencias mueren con la novedad o van perdiéndose en el tiempo porque no accedieron o alcanzaron la frontera de lo escrito. Dado que buena parte de nuestro ejercicio docente se sigue moviendo en el oralismo, pues asume losrasgos de lo efímero, de lo redundante, de lo local, de lo agonístico. Como nuestro oficio sigue confiado en las dinámicas propias de la oralidad, en esa misma proporción es repetitivo, improvisado y muy ceñido a personas o modas. Digamos que nos cuesta llevar la oralidad a ese otro estadio en donde lo particular de una experiencia logra abstraerse para hallar su sentido, para ver sus fallas ysus aciertos; para comprender de qué manera es su funcionamiento y cómo puede servir de modelo o de referencia a otros colegas. Por esa confianza en el oralismo hemos ido perdiendo una legitimidad como profesión y, al mismo tiempo, hemos ido agrandando el abismo entre las formas de enseñar y las variadas y nuevas maneras de aprender.
Volviendo a nuestra primera tesis, decía que la investigacióntiene que formar parte de nuestras tareas cotidianas. Me refiero a volver la misma práctica de enseñanza un lugar-objeto para nuestra pesquisa. Hasta me atrevería a decir o sugerir que nuestra docencia debería responder a ciertos proyectos de investigación, si no particulares, al menos de un área o un departamento de la institución a la que estamos vinculados. De esa manera no tendríamos que...
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