El cañadón todo oro
La tranquilidad del cañadón fue interrumpida por un hombre que entonaba una plegaria
referida al Señor. El viajero descargó su equipo de excavación y se dispuso a explorar el
curso de agua que se extendía a los pies de la ladera del cañadón. Al azar, clavó la pala
en medio de la corriente y depositó el contenido en su tamiz, luego lavó la tierra con agua
y descubrió pequeñas partículas doradas.
El hombre caminó corriente arriba y abajo analizando diversas muestras hasta que, en
ambos extremos, las paladas no devolvieron ningún punto dorado. Con su pala y tamiz
tomaba muestras en franjas o líneas del terreno a medida que ascendía por la pendiente
de la ladera. En el centro de cada una registraba mayor cantidad de partículas de oro,
mientras que los resultados mermaban en los extremos.El primer día amaneció temprano y casi olvida desayunar antes de poner manos a la obra.
Tras hacerlo, continuó trabajando a su modo con el fin de encontrar la intersección de la
figura que trazaba con las líneas de excavación. Como si de una “V” invertida se tratara,
su objetivo consistía en llegar al vértice superior, donde residía el depósito de oro o
“Señor depósito” como lo llamaba en sus monólogos febriles.
Víctima de su obsesión, cada día despertaba más temprano y cavaba hasta entrada la
noche, sin descansar siquiera para hacer todas las comidas o vigilar el campamento.
Tras varios días, llegó a un punto en el que debió excavar muy profundo y debajo halló lo
que buscaba. Tal fue su emoción que bautizó el lugar como “Cañadón Todo Oro”. Yacía
hipnotizado contemplando el depósito de oro macizo, cuando un sentimiento de
inseguridad lo invadió. Sintió que alguien lo observaba y, por temor a la amenaza...
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