El café de los corazones rotos
E L CAF É DE L OS
CO RAZ O NE S RO T OS
Agradecimientos
Mi más profunda gratitud hacia todas estas personas, por la fe que depositaron
en mí y en esta novela:
Claudia Cross, mi agente, y Wendy McCurdy, mi editora.
Dorri, Deb, Jim, Jerene, Joyce, Sandi, Marlene, Joe y Letha (y al ya desaparecido
Bob, al que queríamos tanto), gracias por su apoyo, por todos los ánimosque me
dieron y por su amor.
Pam, sin ella no habría sido lo mismo.
Stewart Cubley, el creador de La Experiencia Pictórica, que tuvo la amabilidad
de autorizarme a incluir en esta novela mi experiencia personal en su taller de
pintura. Es altamente recomendable para aquellos que deseen profundizar en su
viaje espiritual y emocional. Más información en el sitio web: www.processarts.com.
Y,por último, me gustaría agradecerle mucho a Annie Danberg su amabilidad
por compartir parte de su tiempo conmigo, porque gracias a sus certeras preguntas
fui capaz de descubrir lo que estaba oculto en la oscuridad. Annie, fue mucho mejor
que cualquier terapia e infinitamente más divertido.
Prólogo
—Hay dos cosas en la vida de las que un hombre nunca se harta —me decía mi
madre—: Un buenplato de comida y un buen abrazo.
Y con lo del abrazo se refería al sexo, claro. Pero como ella no había usado
nunca esa palabra así tal cual, no estaba dispuesta a empezar a usarla delante de todo
el mundo, mucho menos en la escalinata de la Iglesia Baptista de Chulahatchie el día
de mi boda con Chase Haley.
Aunque resultara irónico, fue la combinación de buenos platos de comida
sureña ybuenos abrazos lo que hizo que mi padre no pudiera llevarme al altar
aquella soleada mañana de junio. Cuatro años antes, la misma noche de la fiesta de
fin de curso, mientras yo degustaba un trocito de la fruta prohibida en la parte
trasera del coche de Juice McPherson, mi padre sufrió un infarto en el salón de casa,
más concretamente en la alfombra azul trenzada que hizo mi madre.
Mi padre era unhombre grande, alto, corpulento y rollizo gracias a la buena
dieta que mi madre le había ofrecido durante años: pollo frito con patatas, galletas,
pan de maíz, estofado de alubias con carne de cerdo, gombo frito, tomates verdes
fritos y calabacín frito. Mi madre siempre ha sido una mujer menudita, baja y
delgada como un pajarillo, sin apenas carne en los huesos.
Me imagino (y digo «imagino»porque nunca me lo confirmó ni lo haría jamás
de los jamases) que le costaría bastante salir de debajo de mi padre aquella noche en
cuestión. Y después tendría que ponerle la ropa (todo un reto teniendo en cuenta lo
grande que era mi padre), subir las persianas y quitar la sábana con la que solía
cubrir la puerta de cristal del salón. Entre unas cosas y otras, cuando por fin acabó deadecentarlo y de adecentarse para llamar a urgencias, mi padre se había ido.
Los sanitarios del servicio de urgencias conocían a mis padres de toda la vida.
Habían aprendido todo lo que había que saber sobre la vida de Jesús en la catequesis
dominical que impartía mi madre, y también habían aprendido a lanzar una pelota
de béisbol en el equipo del que mi padre era entrenador. Así que omitieron eldetalle
de que mi padre tenía la camisa mal abrochada y de que no llevaba calzoncillos.
Sabían lo que era la discreción. Y lo hicieron por respeto. Pero yo me imaginé la
escena. Perfectamente.
Así que me casé con Chase Haley sin que mi padre me llevara al altar. Y ahora,
treinta años después, mamá también me ha dejado, y la mayoría de la gente de
Chulahatchie con la que crecí también haenterrado a sus padres y ha casado a sus
hijos.
Las cosas cambian. Pero hay una verdad que me dijo mi madre que se mantiene
inalterable: por mucho que envejezca un hombre, siempre querrá un buen plato de
comida y un buen abrazo.
El plato de comida es mi especialidad. Y sospecho que el buen abrazo se lo dan
a Chase en otro sitio…
Capítulo 1
En un pueblo donde todo el mundo sabe cómo te...
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