el callejon de los gansos
El callejón de los gansos
Oscar Castro
Callejón de los Gansos lo llamaron, y nadie sabe todavía por qué. Será porque resulta una gansada aventurarse por él. O por el desgano de sus curvas, de sus árboles y hasta de sus piedras. Parte desde el pueblucho, flanqueado por dos tapias de adobes, que, al nacer, tuvieron miedo de separarse mucho. Cuando estas paredes han caminado un parde cuadras, pierden categoría y tejas. Pierden también un poco de dignidad y hacen curvas de borracho. Más adelante desaparecen, y dos corridas de zarzamora continúan el viaje interrumpido. La zarzamora se aburre, se adelgaza, ralea lamentablemente, hasta enredar una que otra guía en los alambres de púa que siguen. Aquí para el callejón empieza una vía crusis terrible. Logra conservar su nombre pormilagro, equivocación u olvido. Primero es una acequia que se desborda, formando barrizales pavorosos. En seguida, unos chanchos que se encargan de explorar el lodo, no dejando piedra por remover. Feliz de haber distanciado aquella inmundicia, el callejón se detiene a la sombra de unos sauces, antes de internarse con decisión en un estero. Sale inconocible al otro lado y titubea un rato, sinsaber cuál es su rumbo. Lo descubre por fin, y curiosea por entre un montón de casas que se apartan desganadas para darle paso. El callejón abre, sin premura, el ojo nocturno de una noria, y ve que se halla en el fundo Los Litres. Así como antes hubo de soportar las vejaciones de los cerdos, ahora vuelve a ensuciarse con los insultos que cambian, de lado a lado, dos comadres. Aquello es tan soez, queel pobre callejón enrojece en unos pedazos de ladrillos con que le han rellenado un bache. Sin embargo, como es curioso, se detiene unos trancos más allá, y escucha.
—Lo que debíay de hacer es echate la boca al seno y encerrarte en tu casa pa no asustar con tu cara'e lechuza a la gente honrá.
—Eso'e gente honrá no la habís de decir por vos, seguramente, que echay a l'olla las gallinas ajenas. Nipor tu hija creo que tampoco porqu'esa, ¡psh!...
—¡Deslenguá! ¿Qué le tenís que sacar a la Vitoria? Habíay de fijarte primero en la cría tuya, esa lindura'e José Manuel, que trabaja tres días y toma otros tres en la semana.
—¿Y te píe por si acaso dinero a vos pa dase gusto? ¿O tiene que tomarte parecer pa gastar lo qu'es preúto'e su trabajo?
Tras las ventanas de las casas próximas,disimulándose lo mejor que pueden, hay catorce o dieciséis orejas que disfrutan con placer de aquella audición gratuita. En apariencia, las contendoras son sólo dos; pero en realidad cada una tiene fervorosas partidarias. Es una lucha de derecha contra izquierda. Las vecinas del lado de Domitila Lucero simpatizan con Juana Carrillo, y viceversa. Debe ser porque los patios están abiertos por detrás, y desdeallí se ven las bambalinas, mientras que desde el frente puede observarse sólo el decorado.
El callejón viene presenciando parecidas escenas desde hace unas semanas. Como sabe que es peligroso terciar en tales disputas, permanece neutral en apariencia; pero de vez en cuando se gasta sus bromas disimuladas. El otro día, por ejemplo, cuando el bombardeo palabreril amenazaba llegar a las vías dehecho soltó desde un recodo, como una caja de sorpresa, el coche del patrón. ¡Había que ver el desconcierto de las peleadoras! Haciendo un esfuerzo sobrehumano enmudecieron. Pero sus miradas continuaron cruzándose con furor homicida. Por un minuto los ojos fueron más elocuentes que cualquier lengua. No obstante, cuando el "jutre" les hizo una venia, ambas sacaron desde el doble fondo de su ser unassonrisas tan beatíficas que los propios serafines habrían sentido envidia. Mas apenas el coche hubo pasado, ya estaban las miradas cruzando sus relámpagos y cada boca quería ser la primera en iniciar el tiroteo. No contaban, sin embargo, con la malicia solapada del callejón, que soltó al mayordomo detrás del amo. Ambas mujeres miraron desoladas al nuevo intruso, y se metieron echando chispas en...
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