El caos
Cuando el niño toca el exilio, y palpa la separación, el embrionario génesis de su Ilíada, generalmente se une a sí mismo, hirviendo en frustración, el niño percibe a la larga que el dolorno fue más que el proceso necesario para procesar la necesidad de necesitarse a sí mismo, de amar, lastimosamente pasa toda una milésima de existencia replanteando respuestas, y consultando lo que por limitación humana no ha de encontrar, no se da cuenta que esa respuesta no se lee, porque jamás se muestra ante la luz de las velas ancestrales, es posible que la luz nos provoque ceguera, a menosque se vuelque por restablecerse como lo que es, el mismo espíritu trinitario.
Ni por equinoccios, aunque haya intentado su pobre pensamiento, bajísimo de espíritu y condescendiente por centurias de nómades, creer ser, será. Entonces se ve al espejo, entonces enclaustrado refunfuña y se exilia en la confortable seguridad de vagas lecturas bíblicas, de vagas sectas intrascendentes, abominablesporque sabe que se esconde de su verdad, sabe que no encuentra refugio ni siquiera en un refugio. Atormentado vaga por la vida, convirtiéndose en trepador y embustero. Se pierde.
El niño ya no es niño, se ve agonizante. Cabe en el grito perdido entre las profundidades de sus orígenes, de su tierra natal, y de su piel, sus genes, antes que su materia fecal, el punto de equilibrio, el eje máximoentre la cordura y la absurda, loca sensación de felicidad. Camus decía que solo hay algo más trágico que el sufrimiento: La vida de un hombre feliz.
Todos llevamos un caos existencial, todos partimos de una matriz y volvemos a ella, aunque el engaño de creer que podríamos ser parte de una mínima estadística llamada “excepción” corroe desde lo profundo de la intangibilidad del inconsciente humano.No vale la pena engañarse, no se vale desperdiciar el ungüento de una miel que todavía no ha sido lubricada.
Desenvainamos nuestra espada, y creemos luchar contra las sombras del “Mr. Hyde Aristoteliano”, cuando eso representa división y conduce a la neurosis.
Siempre los admiré, siempre mentí, siempre dije que nunca mentí, más cuando deje de mentirme a mí, me perdí en el encuentro conmigomismo, algo dadaísta hasta un punto, como un repudio hacia el movimiento artístico tan insanamente conceptual de las corrientes que me drenaban la vista, el habla, y el aire.
El feudalismo mental, la sutileza del crimen verbal, basado en fundamentos de esos que nunca se comentan, más cuando se apetece y amerita llevarse a cabo no hay patrón místico que lo detenga, la pobreza de la soberbia, o elcontenido avaro y fariseo de un contemplativo comentario burgués, nunca me sedujeron, mas estoy consciente que lo que la virtud aparta, el ego lo reclama.
Siempre me pregunte de donde se despierta el hambre de justicia, si nuestros principios han sido amordazados, pensamientos etiquetados por cúmulos de mentes pobres y espíritus en quiebra. De donde se despierta la sed de amar, si nuestros códigosy valores ya no corren líneas paralelas entrecruzándose naturalmente porque nuestra historia ha sido mutilada y vilmente tergiversada por trepadores y sucios de alma, con ímpetu de arrogancia, con desprecios, tragedias trayendo irascibilidad y amargura, odio y muerte.
Entonces torturados por nosotros mismos, por esas imposiciones que segregaron en el interior del hombre la más cruel de las...
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