El Capital
Los economistas clásicos, empezando por Smith y Ricardo, convierten “erróneamente” todo el plusvalor capitalizado en “mera conversión del mismo en fuerza de trabajo”, como si sólo existiera capital variable, cuando en realidadse distribuye entre éste y el nuevo capital constante. Pero peor aun es el dogma de la economía vulgar: la “teoría de la abstinencia” (Sénior y otros). En realidad el plusvalor ni se consume íntegramente (como en el capítulo XXI) ni se acumula totalmente (como en este capítulo hasta aquí): una parte se consume como “rédito”, y la otra se acumula como capital. Como “capital personificado”, o“fanático de la valorización”, el capitalista constriñe a la humanidad a “producir por producir”, poniendo así las bases de una formación social “superior”. Además, la competencia, que se le impone como “ley coercitiva externa”, lo obliga a “expandir continuamente su capital para conservarlo”.
Ambos impulsos le presentan su propio consumo como si fuera “un robo”, pero por otra parte se ve empujado alconsumo y al disfrute de su riqueza: dos almas hay en su pecho, y una quiere divorciarse de la otra, se da en él un “conflicto fáustico entre el afán de acumular y el de disfrutar”. Se impone finalmente el primero, el imperativo de acumular; por eso, para los clásicos “el proletario sólo era una máquina destinada a producir plusvalor”, pero asimismo el capitalista no es sino otra “máquina dedicadaa la transformación de ese plusvalor en pluscapital”. Sin embargo, los economistas burgueses quieren sacar provecho de esta “abstinencia” del disfrute sin caer en la cuenta de que “todo acto humano” puede concebirse como “abstinencia del acto contrario” (posteriormente, cita Marx a MacCulloch, que “patentó su ‘salario del trabajo pretérito’ mucho antes que Sénior obtuviera la patentecorrespondiente al ‘salario de la abstinencia’”).
A continuación se examinan las “circunstancias que, independientemente de la división proporcional del plusvalor en capital y rédito, determinan el volumen de la acumulación”. La primera de ellas es el grado de explotación de la fuerza de trabajo. Marx arranca de lo siguiente: aunque en la teoría se supone que el precio de la fuerza de trabajo coincide consu valor, en la práctica hay una tendencia a hacerlo caer por debajo de éste, ya que, si los capitalistas critican su propio consumo, no pueden menos que considerar
“superfluidades” muchos de los elementos que integran el consumo obrero, por lo que su objetivo y “misión histórica” es, por ejemplo en Inglaterra, “rebajar el salario inglés al nivel del francés” –de hecho, citando al Times,...
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